Día mundial del enfermo
Es muy difícil creer estas palabras que os voy a decir, mis queridos hermanos, pero el dolor y la enfermedad, no es más que una vocación más dentro de nuestra iglesia, igual que la del sacerdocio, vida consagrada o matrimonio.
Es una vocación a la que nadie nos gustaría estar llamados, pues no es agradable responder a ella, pero la que por voluntad de Dios la hemos recibido, no debemos sentirnos desgraciados ni desdichados, sino todo lo contrario felices y contentos porque Nuestro Señor, nos ha elegido a nosotros, para que por medio de nuestra enfermedad y dolor, prediquemos y demos testimonio de su Evangelio, incluso en una planta o habitación de hospital, y nos lo ha pedido a nosotros porque sabe que somos los únicos que vamos a responder a esa llamada.
Finalmente deciros que cuando estemos graves o en servicios hospitalarios en los que no podamos ser acompañados por nuestros familiares y/o personas queridas, (como pueden ser U.C.I., unidad de agudos de Salud Mental, etc), e incluso que por nuestra seguridad nos quiten nuestras cosas y símbolos externos personales, lo que nunca nos podrán quitar es la compañía física y real de Dios, y nuestra Fe en Él. Por lo que no debemos temer nada, aunque como personas suframos, pero con Él nada nos ocurrirá.
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