La madre asturiana
La madre asturiana es aquella que exige a sus hijos subir p'arriba a la hora de la cena sabiendo que estos nunca serán capaces de desobedecerla. Al menos, y hasta la fecha, ningún niño asturiano ha logrado subir p'abajo con tal de llevarles la contraria. Una vez en casa, pide -en imperativo- que el joven ayude con las tareas del hogar; sin embargo, su verdadero deseo no es sino recurrir a la frase "quita, quita, ya lo hago yo", para demostrar a todos los comensales cuán piadosa puede llegar a ser.
Algunos pensarán que trabajar en casa sólo consiste en limpiar, preparar la comida y educar a los hijos; sin embargo, la madre asturiana (la que trabaja en casa) posee otras muchas cualidades, entre las que destacan: encontrar objetos perdidos con precisión policial, sacudir la alfombra por la ventana cuando no pasa nadie, recordar a sus hijos que no es el Banco de España ni tampoco trabaja en una compañía eléctrica y, lo más importante, recurrir a ingeniosos juegos de palabras en donde los masculinos se convierten en femeninos o viceversa a la hora de negar algo, por ejemplo: ni Coca-Cola ni Coca-Colo; ni "porfa", ni "porfo"; ni "jopé", ni "jopá", entre otros.
No hay cosa que la verdadera madre asturiana no sepa hacer y tampoco hay preocupación de la que no pueda preocuparse, ésa es su afición personal. Se preocupa por el dinero, por las hipotecas, por la letra del coche... y por los puentes. Todas temen -con miedo visceral- que sus hijos decidan tirarse de un puente por seguir a sus amigos. Así que, por favor, de ahora en adelante cuidemos más de nuestras madres, empleemos parte de nuestro tiempo en recordarles cuán valiosas son para nosotros o, de lo contrario, un día ya no estarán ahí.
Mi madre dice constantemente que un día coge la puerta y se va. No sé para qué quiere la puerta, pero sé que no quiero que se vaya a ninguna parte.
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