Esta Europa no la quiero
Hemos llegado al límite. Al límite de lo que cabía esperar de una UE que se las presumía de baluarte en defensa de los derechos humanos, la solidaridad de los pueblos y la libre circulación de las personas sin fronteras económicas, religiosas o políticas.
Esta Europa que se ha ido fraguando a golpe de intereses económicos, sobre todos de los países más ricos para un pretendido equilibrio social, que cuando ha aparecido la crisis creada por los grupos financieros, decide empobrecer al resto de países del sur- para salvaguardar su estatus.
Nos taparon la boca con los fondos europeos que nos han suministrado durante años, que sí han servido para hacer carreteras, líneas de ave, piscinas sin agua, pabellones sin sentido, pero no nos ha permitido dar el salto tecnológico para generar una economía diferente que nos hiciera superar ahora la crisis y evitar este desempleo brutal que empeña nuestro futuro. Pero si se ha llevado por delante nuestra industria naval, minería, ganadería, agricultura, etc. dejando este país convertido en un destino turístico con camareros/as de bajos salarios y muchas horas de trabajo. Que engaño ¡
Nos impusieron una moneda que estaba por encima de nuestra economía real, distorsionando los precios de compra pasamos de cien pesetas a un euro- pero no equilibrando en la misma medida los salarios, siendo la antesala de la precariedad y la pobreza que ahora padecemos. Ahora nos quieren rematar con un nuevo tratado TTIP de libre comercio con EEUU, negociado en secreto.
Pero nosotros que fuimos acogidos en todo el mundo tras una guerra civil innecesaria, no podemos entender que gentes de este planeta tan insignificante en el universo, sean despreciadas, ignoradas, maltratadas por esta Europa de los mercaderes, de los gobernantes insensibles, sembrando de cadáveres el mediterráneo, de llantos inocentes los campos de refugiados, depositándolas en lugares sin patria, sin hogar ni futuro.
Son víctimas de los especuladores con sed insaciable de petróleo, que no solamente esquilman sus riquezas, escupen bombas y metralla sobre sus vidas, provocando el éxodo de esta estampida humana, que nos hace cómplices.
Ahora sí que lo tengo claro. Este tinglado económico-político llamado Unión Europea no me convence ni lo quiero. Nos engañaron cuando nos metieron dentro y ahora no podemos salir, con rescate o sin él. Pero yo me apeo, no me siento identificado con sus valores ni principios. Mientras seguimos discutiendo si son galgos o podencos, miles de seres humanos se mueren de frío y hambre en nuestras puertas. No lo puedo admitir. Me supera.
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