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Lang Lang / la Infanta / Lula

20 de Marzo del 2016 - Marcelo Noboa Fiallo (Gijón)

La música en general, y la música clásica en particular, me han acompañado toda mi vida. No soy ningún experto, es más, carezco de esa virtud de la que gozan las personas que entienden de música. Lo mío es el simple disfrute de lo que me llena, de lo que me apasiona, de lo que me estremece.

Hace unos días tuve el privilegio y la fortuna de acudir a uno de los pocos conciertos que el pianista chino Lang Lang ofrecía en España. Fue en el auditorio Príncipe Felipe de Oviedo. El pianista más mediático del mundo nos ofreció una soberbia interpretación de "Las Estaciones" de Chaikovski. En realidad son pequeñas piezas dedicadas a los doce meses del año, de las cuales quizá la más popular y conocida es la "Barcarola" (junio).

Tras el descanso, vino lo mejor y también mis problemas. Los cuatro "Scherzos" de Chopin, un auténtico deleite para nuestros oídos, machacados estos días de tantas noticias sobre lo miserable del factor humano. Los cuatro "Scherzos" fueron una especie de banda sonora de mi época universitaria. Hubo un tiempo en que era incapaz de estudiar si no me acompañaba Chopin.

Esta vez fue distinto, no era capaz de concentrarme en la belleza de las notas desplegadas por Lang en el piano. En el trayecto de Gijón a Oviedo fui escuchando la noticia de la detención de Luiz Inácio Lula da Silva, quien, junto a José Mújica, en Uruguay, representaban para mí lo mejor que le había ocurrido a América Latina en los últimos 50 años. Lula, obrero metalúrgico, líder sindical, infatigable luchador por los derechos de los trabajadores, convenció, primero a su país y luego al resto del mundo, de que llegar al poder no es un coto vedado a las familias poderosas y a los grupos de presión ligados a la banca.

Nos convenció de que llegar al poder desde la izquierda sólo tiene sentido si ello significa mejorar la vida de los más desfavorecidos. Así consiguió sacar de la miseria a treinta millones de compatriotas que han pasado a engrosar la débil clase media brasileña, sin necesidad de asaltar los cielos o tomar palacios de invierno.

De confirmarse las acusaciones que pesan sobre Lula, será un duro golpe para la izquierda. No obstante, algunas noticias que llegan desde Brasil resultan inquietantes: tres fiscales brasileños lanzaron una petición de cárcel preventiva contra Lula, una medida sorprendentemente dura contra un expresidente todavía idolatrado por la izquierda brasileña. El documento lo acusa a él y a sus simpatizantes de promover la violencia y faltar al respeto a las instituciones por haber hablado en público después de ser llevado a declarar por corrupción la semana pasada, y sostiene que su detención contribuiría a mantener el orden público. Sin comentarios, si a esto necesariamente tenemos que añadir un dato inquietante, sólo un 10% de los brasileros confía en la justicia.

Por el contrario, ver en España, por primera vez en su historia, sentada en el banquillo de los acusados a una Infanta, nada más y nada menos que a la hija y hermana de reyes, nos reconcilia con la justicia en España, a la vez que nos reafirma en aquello que señalábamos en otro texto ("Días de vino y rosas"), hasta dónde llegaba la podredumbre de la corrupción, mientras se recortaba en política social. A estas alturas, y con los datos de los que dispone el tribunal (y la opinión pública), no parece fácil que pueda librarse de la cárcel el marido de la Infanta y cuñado del Rey, Iñaqui Urdangarin. En cambio, tengo serias dudas de que Cristina de Borbón, finalmente, sea condenada a prisión. Me gustaría equivocarme.

En todo esto pensaba, mientras la magia de los dedos de Lang Lang, deslizándose y acariciando las teclas de su piano, ofrecía lo mejor de su arte a un público entregado en la noche ovetense.

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