La sombra errante de Caín
Fue Unamuno quien nos dejó esta perla de la sabiduría: "España es la tierra en la que cruza errante la sombra de Caín". Cuando los seres humanos comienzan a arar la vida, es cuando se comienza a perder la felicidad, si no se toman medidas adecuadas que impidan caer en el fango de la envidia. Y es que mientras ese pesar no se decide abandonar, la felicidad no anidará en nuestros corazones. "La envidia causa muchos estragos", nos decía recientemente una prestigiosa doctora en psiquiatría.
Mientras el ser humano albergue en su corazón un grano de envidia, no alcanzará o aliviará la paz de espíritu en el sendero de la vida, que es la que realmente nos alejará de frustraciones. No intentando nada, nos conduce a la frustración permanece toda la vida. Es por ello que, cuando los seres envidiosos comienzan a abandonar ese pesar que produce el bien ajeno, es el momento de conseguir la felicidad. No hará falta añadir que tanto la envidia como la ira, ésta muchas veces derivada de aquélla, son consustanciales con la Historia de la Humanidad.
No estará de más, como recordatorio, decir que esos dos sentimientos (envidia e ira) afloran con mayor profusión en la sociedad con más alto nivel, alcance económico y social, que induce a una más clara tendencia consumista.
Antetítulo: La mecedora
Siempre se debería tener muy en cuenta que son tres las condiciones en las que está fundamentada la personalidad: la herencia genética, el medio social y el medio cultural en el que nos desenvolvemos. Por eso es de muy buen criterio saber elegir las amistades, de tal manera que la lealtad no brote sin valoración previa alguna, sin analizar de antemano. En este sentido, todos hemos sufrido alguna que otra decepción, lo cual, en ocasiones, deja el corazón partido, sin pentagrama musical.
En definitiva, la envidia es un furor que no puede soportar el bien ajeno. Así es que, en cualquiera de los ambientes de la sociedad en que nos desenvolvemos (laboral, vecinal, cultural, deportivo, político, etcétera), un mínimo de capacidad psicológica en las relaciones sociales nos ayudará a clasificar nuestras amistades, separando convenientemente el trigo de la paja. Debemos hallarnos muy listos para no vernos arrollados por el tsunami de la envidia, pues no deja rastro a su paso porque lo hace de manera astuta y muy cainita.
Muy resumidamente sintetizamos los efectos de la envidia con estos apuntes: a) El envidioso se alegra del fracaso de los demás. b) Por el contrario, le entristece el éxito ajeno. c) Por lo general es calumnioso y hasta maledicente, condiciones del ser con complejo de inferioridad. d) La llama del envidioso se aviva cuando puede competir tanto en el tiempo como la proximidad de espacio. Por último, advertir que los jóvenes no pueden envidiar al que se distancia con la edad.
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