Realidad virtual

21 de Marzo del 2016 - Julio L. Bueno de las Heras (Oviedo)

Visto lo que estamos viendo, bien podría decirse que esta nación fallida en la que nos ha tocado nacer y pacer -de nuevo en plena recaída de sus males sistémicos y que lleva camino de llamarse con toda propiedad Expaña-, es un lugar donde resulta imposible tanto la definición de valores y objetivos comunes como los acuerdos (chalaneos y mercadería aparte), los consensos y los hombro-con-hombros para la construcción de robusto patrimonio colectivo.

Pues va a ser que no. Yerra quien así piense.

Hay un asunto en el que, salvo muy contadas voces discrepantes, existe una coincidencia unánime que sorprendería a cualquier observador imparcial, si lo hubiese, y que haría enmudecer a cualquier discrepante antisistema (consabidos carcas recalcitrantes, conspiranoicos revisionistas y, por supuesto, fachas y reaccionarios), si no fuese porque después de doce años de apagón cómplice y discurso único pautado cada vez van quedando menos rebeldes, y los que quedan, más estigmatizados, más desasistidos y más silenciados. Y si alguien rompe la omertá, autoimpuesta tácitamente, ya sabe que le espera un escrache o una pintada por parte de quienes defienden que nadie se vea perseguido por cuestiones de opinión, o le aguarda el extrañamiento y la muerte cívica por parte de quienes detentan el poder en su cruda y contundente variedad de amalgama político-gobernativo-judicial.

En un país con cierta tradición en fusilar al pie de las cunetas o en la tapia de los cementerios, de pegar un tiro en la nuca dentro del coche de los guardias o de despellejarte en la checa, en un país más dispuesto a reabrir añosas tumbas para criminalizar al contrario que para pedir a los dioses perdón para nuestros abuelos y buena cicatrización para nuestras heridas, se dan estas paradojas, propias de tierra de contrastes, contradicciones, asonadas, insumisiones, revueltas y guerras civiles. La saca, el paseo, el enterado y el queledén-café inmisericorde, la épica heroicidad singular y el revanchismo más miserable son compatibles con la cerrazón bovina ante las incógnitas más lacerantes, incluido amagüesto vergonzoso con el terrorismo, sea éste instrumental, emboscado, durmiente y/o condescendiente y, a resultas tristemente triunfador.

Desde del sector de izquierda prepotente e hipócrita, beneficiario de los hundimientos, al de la derecha acomplejada y desideologizada, torpe para prevenirlos y gestionarlos, pasando por la masa popular que mama su criterio de lixiviados de la basura televisiva que le sirven las castas; desde leyes, protocolos y artimañas doctrinarias de cualquier reescritura de memorias históricas, sean catecismos de FEN u obsesiones sectarias de educación para la ciudadanía, de lo que se trata es de impartir comunión de ruedas de molino en jornada de veinticuatro horas. Por contra, en esta tierra de sabelotodos resabiados y descreídos, nadie parece querer saber que no se sabe quién planeó, coordinó y sustentó una matanza golpista que deshizo la vida de miles de compatriotas, robó el futuro a una nación entera y nos puso a todos frente al espejo cruel que muestra descarnadamente nuestra triste figura.

Estimados lectores, si creen no saber de qué hablo, les recomiendo que relean en las páginas de papel de LA NUEVA ESPAÑA "El olvido es imposible", de Antonio Trevín. Y si fingen no saber qué quiero decir, les recomiendo que acudan también a la edición virtual de este periódico y lean "11-M doce años después", de Ana Velasco. En cierta forma ejercen de contrapunto. Muestran la cara y la cruz de la misma tragedia, de una tragedia incómoda de la que poco más habrán podido leer, ver o escuchar en muchos otros medios. Quizá si aceptan que el 11-M se trató de una justa y merecida represalia yihaidista a las aznaronapoleónicas veleidades que nos llevaron a invadir cruelmente la apacible Mesopotamia con un renqueante buque hospital, quizá quieran también preguntarse simple y sencillamente acerca de un hecho sin precedentes en cualquier otro atentado, ¿por qué y por quién se sembraron tantas pruebas falsas focalizando la atención en los únicos e incalificables personajes que hoy cumplen condena?

Y, luego, van y se preguntan por qué pulpo se acepta como animal de compañía y se van a tomar unas rabas y un culín, mayormente para arreglar el mundo exterior, porque del interior ya se están encargando expertos decoradores.

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