¿De qué va Rubén Rosón?
Nunca hasta ahora el Ayuntamiento de Oviedo había llegado a menos, ni su concejal de Economía, Rubén Rosón, a más. El chico que un día decidió dejar atrás las huellas del carbón en Degaña para venirse a la capital del Principado a estudiar en una Universidad de tanto prestigio y raigambre como lo es la de Oviedo hoy está dejando el prestigio de la ciudad que la alberga y a ella misma a la altura de donde realmente él se formó. “La madreña”.
Desde sus declaraciones de mal pagador, y de menos agradecido, denominó de “terroristas” a quienes le dieron la oportunidad de licenciarse en Medicina y Cirugía, gracias al dinero de los ovetenses, y a su esfuerzo, pues su aportación económica no daría ni para costear un solo curso.
Tal fue su paso por Oviedo, por sus costumbres, por sus tradiciones y hasta por su Universidad que no se enteró, más allá de los eslóganes anarquistas debajo de los cuales pone su nombre. Sus incoherencias, cuando lleva su demagogia hasta la banca, calificándola de “oligarca”, mientras él mantiene acciones en ella, define muy a las claras quién es este universitario aspirante a revolucionario, sin revolución: un “imberbe” que como decimos en Asturias “no la vio más gorda”.
Sus ironías en los plenos, como denuncian en LA NUEVA ESPAÑA quienes le oyen, es como para sentir vergüenza ajena. Así, su última aportación a ella fue la referente a la Semana Santa, al definirla irrespetuosamente como "eso que tenéis montado desde hace 2.000 años". Así que ésta es toda su aportación al conocimiento que tiene de la capital del Principado; claro que eso pasa, por su ignorancia supina, y su sectarismo ideológico, más propio de sus pocos años, que del conocimiento, pues si pensase lo que dice, y no dijese lo que piensa, más antiguo que esto “que tenemos montado los cristianos” es el juramento de Mainomides, y seguro que a él le sirvió para terminar su mal ganada licenciatura.
Pero no sólo ha pasado su etapa de estudiante por Oviedo sin pena ni gloria, es que además de permitirse un “enfrentamiento”, muy aplaudido por quienes lo auparon a la posibilidad de estar donde está, como fue el abortar, con chulería y prepotencia, aquella asamblea del Consejo Escolar Universitario, donde –por cierto– al final nadie le echó, a pesar de haber retado a que lo hiciesen: eso sí, nada más que él tuvo la primera ocasión echó a “patadas” de una asamblea de Podemos que él presidia a éste que firma y a un acompañante. Esa es la “libertad” de los círculos, que como te salgas de él... te expulsan, pero sin miramientos.
Así que con este bagaje sus intenciones no son otras que las de enfrentar a los ovetenses, por barrios, por ideologías, por creencias y hasta por categorías sociales; cambiando “la casta” por lo más casposo que él representa. Y eso, “pequeño revolucionario”, no lo vas a conseguir. La mayoría de los ovetenses no te apoyan y "La madreña", término como tú pretendes que termine Oviedo…, en un solar.
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