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Se me ha muerto una alumna, Lucía

21 de Marzo del 2016 - Isabel Pellejero González (Langréu)

¡Se me ha muerto una alumna!... Sí, algo contra natura, pues la ley de vida dice que tenemos que morir primero los profesores que los alumnos; los padres antes que los hijos.

¡Se me ha muerto una alumna!..., que no es lo mismo que se ha muerto un cliente, un amigo. Debe ser parecido (salvando las distancias, pues no hay mayor dolor que perder un hijo) a se me ha muerto un hijo. Digo que debe de ser parecido por la relación que tenemos padres y profesores con los alumnos o con los hijos; porque son nuestra responsabilidad.

Los cuidamos, los vemos crecer, los educamos.

Educar procede de las voces latinas educare, que significa criar, alimentar, nutrir, y de educere, que significa sacar de, extraer de, sacar del alumno lo mejor, desarrollar sus facultades para que así pueda alcanzar sus objetivos como persona y ciudadano.

La tarea educativa, de este modo, no se puede comprender si no existen una verdadera estima y aprecio hacia el alumno, si no se quiere, por encima de todo, su bien.

Se ha muerto Lucía, de 35 años, tras una penosa enfermedad. Lucía, que hacía el honor a su nombre y era luz para todos.

La última vez que hablé con ella fue en clase. Vino, con un hilo de vida, a entregarme unos trabajos. Ya estaba preparando, con mucho esfuerzo, el siguiente: otro trabajo de la Generación del 27, y a buen seguro que, de no sorprenderla la muerta, lo habría hecho muy bien, con entrega y dedicación como hacía todas las cosas.

La vamos a echar mucho de menos. Yo, personalmente, por muchos motivos, pero sobre todo porque su interés por aprender me facilitaba extraordinariamente la ardua tarea de enseñar; porque con su entusiasmo me devolvió la ilusión, que tras 30 años de profesión se desvanece por temporadas. Y en ella reviví valores ya casi perdidos: tenacidad, alegría, compañerismo, coraje, responsabilidad, respeto, discreción, superación, esfuerzo.

En el tanatorio le dije a su familia que tenían que estar muy orgullosos de ella.

Después de su funeral hablamos de ella en clase:

Faustino dijo: "Fue la mejor compañera de clase".

Jesús dijo: "Me enseñó a no perder nunca la sonrisa, pase lo que pase".

Cristina dijo: "Fue magnífica, siempre nos animaba a luchar por lo que queríamos".

Isabel dijo: "Era como una segunda madre; siempre tenía algún consejo para ofrecerme".

Raquel dijo: "Me enseñó a respetar la vida y a saber vivirla".

Manuel dijo: "Tenía mucho interés por aprender".

Arantxa dijo: "Aunque ya no esté con nosotros, guardaremos su recuerdo en nuestros corazones".

Celia dijo: "Ha sido un placer haberla tenido en clase y formará parte de mi vida para siempre".

Virginia dijo: "La echo mucho de menos, ha sido una gran pérdida. Donde estés, un beso y un abrazo muy fuerte".

Isabel Pellejero (profesora de Lengua Castellana), en nombre de los cursos 3º X y 3º Y Nocturno del IES Jerónimo González, Sama de Langreo

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