Razones taurinas

21 de Marzo del 2016 - José Luis Peira (Oviedo)

Una reciente movilización promovida por profesionales del mundo taurino ha reavivado argumentos discutibles. Entre los muchos debates me llama la atención uno televisado en el que un torero con evidentes secuelas de una cogida comienza su argumentación descalificando a su oponente, una mujer activista creo, acusándola de que no se puede hablar de lo que se desconoce. Me decepciona el caballero, pues su puesta en escena y su etiqueta externa auguraban algo más sustancioso, y sin embargo no bien empieza a hablar y a pesar de su intención de mostrarse contenido su primaria intención es la descalificación, como si por esa vía fuera posible edificar razones convincentes. Bien empezamos caballero y afines. Que alguien no sepa distinguir una verónica de una manoletina no le inhabilita para comprobar que un animal sufre y muere. Usted por ejemplo es muy posible que no sepa diferenciar a una hiena rayada de un licaón, pero le resultará sencillo comprobar que en cualquier caso el antílope abatido queda muerto y devorado, así de simple.

Después de eso vino la retahíla clásica de argumentos a favor de la cosa, tan escasos, tan fácilmente desmontables y repetidos que aburren.

Desaparecería la especie. Ningún problema, el 99% de las especies que han sido se extinguieron. Posiblemente esa raza ganadera aporta poco al ecosistema. Hay una contradicción entre catadura moral para torturarlos y preocupación por su sobrevivencia. Muchas especies agrícolas y ganaderas se extinguen por desuso, constantemente. Y a la mayoría del pueblo llano no se le informa y no le importa.

Es como argumentar que el fin de las guerras acabaría con los tanques, con muchos puestos de trabajo, con oenegés

Es hermoso el toreo. También los colores de un hongo atómico. También las mujeres jirafa eran una curiosidad. Ese único valor no alcanza para justificar lo evidente.

Picasso, Hemingway, apelar a gigantes de la cultura como si en ellos residiera la verdad incuestionable. Más allá de que otros intelectuales opinen diferente cabe pensar que alguien puede ser un artista incomparable y a la vez tener un código ético reprobable. Quién sabe si hoy estarían en la otra trinchera. La esclavitud se consideraba éticamente aceptable, ya no. Ay, los tiempos cómo cambian.

La falsa contradicción que intentan introducir con calzador y a contrapelo en la melé del debate: a ver si queda claro, se puede comer marisco o cochinillo y estar contra el toreo igual que se puede estar a favor de la ciencia y en contra del napalm. Se está contra la tortura como espectáculo, comer implica la muerte de otros seres en toda la Naturaleza. El ser humano y su conciencia deberían alejarse del disfrute del sufrimiento. En eso estamos. Es una razón ética Es el aire de los nuevos tiempos, que el toreo algún día dejará de existir es casi una ley física, parte del proceso constante de mejora de la especie humana, como en su día quedaron atrás las peleas de gladiadores de las que este arte es rescoldo.

Para esas personas que piensan y creen que la Naturaleza está por debajo y al servicio del hombre a cualquier coste (ahora me hago un abrigo de leopardo, ahora alanceo un morlaco, ahora talo un bosque) conviene explicarles que no sólo es una estrategia perdedora que numerosos estudios científicos ratifican como tal, sino que en el hipotético caso de que estuvieran acertados resulta que es la suya una creencia en retroceso, y que por mucho que se aferren con uñas y dientes a sostenerla el peso de los nuevos tiempos está en su contra.

Hay otro argumentillo que los matarifes se han aplicado en introducir, que en Cataluña se prohibieron las corridas y sin embargo se permiten otros horribles espectáculos con fuego y tal. Bien, también en el avance para la eliminación hay errores, lo de Cataluña fue una descarriada posición a medio camino entre la razón y un nacionalismo rancio y carpetovetónico. La democracia, es decir, la voz del pueblo, irá limando en un inexorable trabajo de zapa las barreras para su final, que cada día está más cerca. No se dude, tarde o temprano el toreo será cosa del pasado. Pese a quien pese.

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