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No "somos" nadie en el Campillín

23 de Marzo del 2016 - Enrique Burguet Fuentes (Oviedo)

Bajo este título denunciamos ante la opinión pública un hecho inaudito, ante el asombro de un servidor absorto, que aún no acaba de digerir ni pretende desear hacerlo aun a su pesar lo visto y servido el pasado domingo día 13 de marzo del año en curso en un puesto del rastro del Campillín donde ya se ha visto de todo y uno piensa que nada va a sorprenderlo. Tamaño error, tal como a continuación, amados lectores, demostraré mediante la breve exposición de mi amarga experiencia, uno de esos relatos de Edgar Allan Poe, para no dormir, y cuya vivencia se articula en uno de entre aquellos variopintos puestos del rastro del Campillín, que pululan a cargo de individuos de origen rumano, y es que, ese fatídico domingo quedé profundamente abstraído e impactado al ver en el suelo de aquel improvisado puesto ambulante lo que desde el primer instante intuía, algo que a continuación, con auténtico estupor, se confirmaba, y llegando a este punto, prepárense ahora: una urna cineraria, actual, que cogimos del suelo con la intención de comprobar su objeto y uso, realizando un somero pero eficaz reconocimiento, que verificamos con absoluta certeza cuando abrimos aquella cremallera de la funda de lona verde, del mismo color que el recipiente o urna, comprobando que pesaba lo suficiente para contener lo propio, aunque no percibimos ninguna inscripción alusiva al difunto. Con prudente respeto y humildad volvimos a colocar en el inmutable suelo aquel respetable recipiente, ante la voz del rumano que nos pedía un euro. Inmediatamente sentí la perentoria necesidad de poner en conocimiento de un policía local aquel suceso, si bien el agente no tenía remota idea de la legislación a efectos de poder intervenir en un asunto tan inusual a efectos legales, así que tuvo que consultar con su móvil por internet, algo que no se encontraba con claridad bien definido de ser tipificado como delito. Aquel objeto que con absoluto respeto volví a depositar en el maldito suelo desapareció más tarde según la observación confidencial de un conocido que presenció lo ocurrido, desconociendo su paradero, ¿quizá tirado al contenedor?, ¿alguien la compró por un euro o regateó por 50 céntimos, por morbo o para la elaboración de algún ritual satánico? No lo sabemos, pero pienso que no deberíamos consentir que nuestro país y esta triste región consienta tantos despropósitos amparándose la mayoría de las veces en la deshonrosa gestión de nuestros efímeros políticos e incompetentes administraciones, que, desprovistos de verdadero patriotismo, amor y respeto por la patria, desatienden la ética y la moral de los ciudadanos, sin que el que esto escribe no pretenda ir más allá de una pincelada puramente informativa y desde luego indicativa del peligroso sendero de degradación y pérdida de nuestros valores, llamémoslos ya éticos, morales o como demonios se nos ocurra.

Sintiéndonos en la obligación de verificar con este informe esta degradante actitud y falta de respeto, que pensamos servirá entre uno de tantísimos ejemplos de colección, para ponderar el grado más incivilizado de total sinvergonzonería y falta de auténticos valores humanos, que, desgraciadamente y de forma muy acusada, se han adueñado materialmente en nuestra sociedad actual, borrando cobardemente nuestras raíces profundas, y en consecuencia, abriendo un tortuoso y peligroso sendero, tal brecha abismal, en nuestro querido país, que se llama con propiedad, España, como también, por consiguiente y sobre todo, en esta gris región de Asturias, de la eterna y ya triste canción del “ye lo que hay”.

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