No vienen, huyen

24 de Marzo del 2016 - José Antonio Gutiérrez González (Piedras Blancas)

Los refugiados huyen de la guerra, de los bombardeos, de las atrocidades. Padecen el final de las primaveras árabes, la violencia de algún sátrapa, la irracionalidad de alguna teocracia o razones geopolíticas que a la mayoría se nos escapan. Todo esto se resume en el drama que los europeos nos prometimos evitar: los campos de refugiados convertidos en campos de concentración en cuanto se cierran las fronteras.

Los pueblos de Europa asistimos impotentes a las consecuencias del cierre de fronteras. Al final, nos convertimos en habitantes de esos dramáticos campos, de la vergüenza del de Indomeni al de Calais. Se cierra, Europa.

Nuestro Gobierno, en funciones, no sabe cómo hacer para dejarse llevar por la irracional devolución del retorno de los migrantes irregulares que lleguen a islas griegas procedentes de Turquía.

Nadie puede ser tan ingenuo como para creer que el flujo de migración no debe regularse. Pero el indignante retraso en las identificaciones, los muros, el insultante comportamiento turco o el abandono de las Islas Griegas a su suerte, son una infamia.

Vemos familia enteras cruzando un río, lleva mucha gua y debe estar helada, no todos lo consiguen. Esas imágenes me recuerdan las de algunos documentales de La 2, cuando cientos de antílopes africanos (ñus) cruzan los ríos atestados de cocodrilos, lo hacen con desesperación y algunos van hacia la muerte. Pero hay una gran diferencia, no estoy viendo un documental ni son animales los que cruzan ese río incierto, son familias enteras de refugiados, padres, abuelos, niños pequeños, algunos lloran, no sé si por miedo, rabia o impotencia, quizás solo sea por la alegría de haber cruzado con éxito.

Aquí no hay cocodrilos, pero aún se encontrarán cosas peores, aún tendrán que luchar con el muro de la indiferencia, ese muro que hemos levantado todos los europeos, quizás para no ver lo que pasa, porque aún hay quien piensa que lo que no se ve no existe.

A mí lo que me importa es que siendo seres humanos, solo son refugiados. Centenares de miles de personas a las que se les advierte de que "no vengan" omitiendo de plano el fondo de la cuestión. Y es que no vienen, huyen. Se dejan literalmente la piel por el camino, se arrastran a sí mismos para salvaguardar a su familia, su vida. No poseen nada, lo único que tienen es miedo.

Cada día veo o leo que estos hombres o estas mujeres que sufren frío, hambre, enfermedades, dolor, angustia, son solo una piedra arrojadiza que nadie quiere, siento vergüenza. Mucha vergüenza.

Estos refugiados, hacinados como animales en campamentos como el de Calais, donde no hace falta exterminarlos porque estamos permitiendo que se mueran solos. Me pregunto cómo explicaremos esto a nuestros nietos. ¿Qué justifica que no adoptemos una solución conjunta para poner remedio a tanta atrocidad? ¿Qué hacen nuestros gobernantes?. ¿Realmente cree Europa que seis mil millones, a los que sean, bastan para tapar con un tupido velo el problema?

Cumbres, reuniones, silencios, llantos y vergüenza. Sí, mucha vergüenza también sentimos nosotros.

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