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Reflejo de nuestra cobardía

2 de Abril del 2016 - José Viñas García (Oviedo)

Que se me interprete bien. No pretendo que todos los ciudadanos se conviertan en héroes temerarios, porque el miedo es libre y comprensible. Pero las imágenes que salen después de un atentado como el de Bruselas de huida despavorida dicen mucho de un pueblo, siendo muy pocos, más bien pocas, ya que se ven más mujeres valerosas ayudando a los heridos. También lo vimos en París, donde una mujer por un lado y un hombre por otro trataban de arrastrar los cuerpos heridos por la calle y casi les saltaban por encima los que huían, sin prestarles apoyo; incluso uno picaba por los timbres, llamaba y clamaba ayuda a quienes estaban por las ventanas, que les abriera el portal, sin conseguirlo, cuando debiera ser de solidaridad obligada. Simplemente porque esta sociedad, por temor a perder sus privilegios, se volvió indignamente cobarde.

Quienes cometen estos crímenes, lo hacen en el corazón de Europa, en las primeras capitales, para decirnos a la cara que ellos también saben que somos unos acomodados y fáciles de aterrorizar.

Luego vienen estos políticos españoles y europeos a repetirnos la misma cantinela y discurso, sin más fondo que evadirse de dar soluciones: que la unión de los demócratas, que no podrán con nuestro Estado de derecho, que la unidad de todos, que las banderas a medio palo, que hay que ser prudentes, bla, bla, bla.

Como ven, la misma recopilación de sermones cuando ocurren estos atentados. Esto no son más que discursos de timoratos e ineptos que hacen tiempo hasta el próximo atentado para repetir la misma cantinela. Los políticos, los responsables de nuestra seguridad deben dejarse de discursos huecos y poner sobre la mesa soluciones, ¡cuidado!, soluciones planificadas, donde estén implicados todos los países dispuestos a parar esta masacre (no sólo en Europa, ya que también sucede en otros países a los cuales tal parece que no les damos la misma importancia), incluidos los de la Liga Árabe. Hay que hablar, dialogar con el diablo si fuera preciso. Sólo así saldremos de esta guerra de terror que no sólo causa muertes inocentes (que son todas), sino miles de heridos y refugiados que se quedan sin nada, vagando y picando a nuestra puerta, y no sólo no se la abrimos, es que les echamos y pagamos para que otros les impidan llegar a nuestras fronteras. ¡Esto es terrorismo también!, pero a la altura de los demócratas europeos.

La respuesta de nuestro ministro es reunirse durante dos horas con el resto de partidos para salir en rueda de prensa los portavoces respectivos repitiendo el mismo discurso con palabras al viento y cargadas de intenciones que sólo dejan claro que toman por idiotas a los ciudadanos. El terror al que nos enfrentamos tiene una particularidad, que quien lo comete está dispuesto a morir, con lo cual, si encuentran disponibles, matar es sencillo. Se necesitarán verdaderos estrategas de los servicios de inteligencia, capacidad de dialogar y pactar con quien sea, porque estos desgraciados no pararán mientras les demos razones y oportunidad de inmolarse haciendo daño.

La resolución de Bruselas sobre los refugiados es una baza más para justificarse ellos en sus crímenes. Perdimos una oportunidad de oro de decir a ese mundo que pudiera justificar a estos terroristas que Europa es solidaria y sensible acogiendo a todos los refugiados que huyen del terror que entre todos les causamos allí, en sus propios países, despojándoles de toda forma de subsistencia, destruyéndoles sus hogares, empresas, hospitales y causando muerte y dolor a granel. ¿No estaremos haciendo algo mal nosotros también? ¡Qué falta hacía ahora la Alianza de Civilizaciones!

Cuándo bombardeamos indiscriminadamente sus países, estamos sumando, además de dolor y muerte de inocentes, más adeptos a la causa de estos mal nacidos. Pónganse a estudiar una estrategia común de todos los países y dejen de hacerle el juego a los que se benefician de las guerras por la venta y tráfico de armas. A éstos siempre les interesarán los conflictos para su negocio. Convencen a los países que su armamento es de lo más moderno y eficaz, que pueden destruir al enemigo sin despeinarse. Estos traficantes y fabricantes de armas, como se las venden a ambos bandos, el negocio es redondo y siniestro. Estamos en manos de perfectos incapaces.

"El diálogo basado en sólidas leyes morales facilita la solución de los conflictos y favorece el respeto de la vida, de toda vida humana. Por ello, el recurso a las armas para dirimir las controversias representa siempre una derrota de la razón y de la humanidad". (Juan Pablo II)

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