La Azucarera de Pravia: una respuesta agridulce
En la edición del 23 de marzo de LA NUEVA ESPAÑA dedicaba a mi persona una carta mi vecino Manuel Díaz Menéndez en la que mostraba su malestar por lo que él había entendido de una entrevista realizada a un servidor en calidad de portavoz municipal de IU. Se refiere al "affaire" de La Azucarera, del que desde IU hemos dicho por activa y por pasiva que es fundamental acabar el edificio y depurar responsabilidades, dos cosas que no sólo no son incompatibles, sino que son perentoriamente necesarias. Lo decíamos cuando no estábamos en el Ayuntamiento y lo seguimos manteniendo: no se puede dejar un edificio sin terminar, porque es una hipoteca para el futuro. Un futuro que parece que a mi vecino Manolo no le importa, como tampoco le importa estudiarse los números, las fechas e intentar apuntar los dardos a quienes deberían ser el objeto sus críticas, que no son otros que quienes fueron responsables de dicho proyecto y de su seguimiento en oposición. No creo que quienes no llevamos ni un año en el Ayuntamiento seamos responsables de algo que se arrastra desde hace más de una década.
Un amargo trago de azúcar, mis palabras para Manolo. Sin embargo, le quiero aclarar que desde IU no buscamos endulzar paladares, sino cargar energía para poner a Pravia en el mapa. Donde usted ve inmadurez política, hay reflexión y trabajo colectivo para buscar soluciones a los problemas de Pravia, tanto actuales, como heredados, sin huir de pedir las explicaciones oportunas. Es obligación hasta biológica que nuestra bisoñez permita traer ideas nuevas y airear un Ayuntamiento que precisa más de jóvenes ilusionados que de experimentados descreídos. Casi 700 vecinos así nos lo pidieron, y a ellos nos debemos.
Finalmente, agradecer a mi vecino Manolo que siga con su labor de reportero, como antaño. Estos días los historiadores conmemoramos la publicación de "El 18 de Brumario" y sirve para recordarle cómo el filósofo alemán lo comenzaba: "La historia se repite dos veces: primero como tragedia, y luego, como farsa". Sea riguroso, olfatee los problemas de Pravia, que no son pocos, y no se transforme en una sombra deformada de lo que fue. Con todos mis respetos, no permita que su deriva en su particular retorno a Ítaca le transforme en un Luis Bonaparte.
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