Ser padres es más que ser amigos
Padres buenos hay muchos; buenos padres, muy pocos. No es difícil ser un padre bueno; en cambio, no hay nada más difícil que ser un buen padre.
Los últimos años, muchos padres nos soltaban que eran grandes amigos de sus hijos, sin que nadie les dijera que un padre y una madre son eso, padres. Que es mucho más que ser amigos. Quien dice eso, seguro dice verdad. Gran amigo de sus hijos, pero un mal padre con toda seguridad. Tener hijos no lo convierte a uno en padre, del mismo modo que tener un piano no lo vuelve pianista.
Nos intentan preparar, educar y examinar para casi todo en esta vida, pero para ser padres lo dejan a la improvisación de unos osados jóvenes que no hacen caso a nadie, incluidos a quienes les criaron a ellos: sus padres. Quieren por ellos mismos, sin experiencia alguna, correr con la responsabilidad de criar y educar a sus bebés y niños como si se tratara de simples polluelos o juguetes.
Para ser padres, debieran pasarse pruebas psicológicas y aprobar un examen teórico y práctico sobre la dificultad que entraña traer al mundo un ser indefenso que debemos saber tratar desde su nacimiento hasta su emancipación con gran responsabilidad y dedicación. Lo que un bebé, un niño y un adolescente mal aprenden y se les consiente será su guía de comportamiento para el día de mañana. Lo cual, cómo verán, es como para tomar más en serio todo esto.
Luego vendrán quienes para todo hablan de la educación como solución: violencia de género, maltratos de todo tipo, terrorismo, mangantes, corruptos, golfos, prejuicios, insolidaridad, etcétera. ¡Claro que la solución está en la educación! Pero, ¿para cuándo empezarán a hacer una ley de educación en condiciones, que abarque desde esta tarea de tanta responsabilidad como es estar preparado para educar a nuestros hijos? No se puede estar siempre con soflamas al viento, que suenan bien, que sabemos que son el remedio, pero ¡ya! hay que empezar a proceder y dejarse de monsergas que justifican al mal gobernante.
La educación lo es todo, y los niños que son educados en valores de respeto, sacrificio, entrega, trabajo, dedicación, solidaridad, sensibilidad, etcétera conformarán un mundo mejor y sus decisiones y comportamiento siempre mostrarán su mejor cara a la hora de afrontar problemas y tentaciones.
"El valor de un hombre se mide por la forma en que él cría a sus hijos. Lo que les da, lo que les quita, las lecciones que enseña y las que les permite aprender por su cuenta". (Lisa Rogers).
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