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Hay que subir el salario mínimo

27 de Marzo del 2016 - JJJ Suárez González (Gijón)

El mercado, tal como lo entiende el liberalismo, es el motor de la economía y el factor que regula las relaciones humanas, mientras que los marxistas piensan que el Estado debe intervenir la economía para que los fuertes no se aprovechen de los débiles. Los primeros sostienen que la libertad de mercado es fundamental para el desarrollo y crecimiento económicos, los segundos acuñaron la famosa frase de la libertad de la zorra en el gallinero. Hubo un tiempo en que los socialistas, y en especial la socialdemocracia europea, pretendieron conjugar la libertad de mercado con la salvaguarda de algunos derechos laborales y que el Estado, sin planificar la economía y sin ser quien marcara las directrices del crecimiento económico, jugara al menos un cierto papel moderador en las relaciones entre el capital y los trabajadores. Carl Marx ya dijo hace mucho tiempo que la mentalidad pequeño-burguesa de los socialistas les hacía aliados objetivos del capital y que el desarrollo capitalista, en su proceso de acumulación, haría que las grandes corporaciones, los bancos y los organismos a su servicio, tomarían, de facto, el poder, convirtiendo la democracia y el poder del Estado en una pantomima.

La crisis económica actual en que está sumido el sistema capitalista, que algunos sostienen que el la conocida de los ciclos y otros que es sistémica y que afecta a los pilares mismos del liberalismo económico, ha puesto de manifiesto que Marx no se equivocaba. Después de la gigantesca estafa del tinglado financiero-inmobiliario, donde los empresarios de la construcción y los bancos ejercieron de zorras y los ciudadanos de gallinas, los Gobiernos no solo no han tomado ninguna medida contra los estafadores, han seguido colaborando con ellos, dando ingentes cantidades de dinero público a los bancos para salvarlos de la, nunca mejor dicho, bancarrota y vendiendo los Bancos Centrales papel moneda a interés cero, o hasta negativo, a las entidades financieras para que nos presten nuestro propio dinero y compren Deuda y obtengan plusvalías con ello.

En el universo económico actual la libertad de mercado ha desaparecido y ha sido sustituida por los oligopolios y por la dictadura del gran capital y sus secuaces, aunque algunos ingenuos siguen manifestando lo contrario. En ese contexto, las relaciones económicas entre el capital y los trabajadores ya no las controla nadie. Los Gobiernos comen de la mano de los que les pagan las campañas electorales y les proporcionan puertas giratorias y los sindicatos de la mano de quien los subvenciona, pues, como es lógico, cada vez tienen menos afiliados que paguen una cuota. El derecho de huelga o la negociación colectiva, en la práctica, han desaparecido.

Ya nada impide a la zorra seccionar los pescuezos de las gallinas con sus afilados dientes. La socialdemocracia pacta con la derecha y entre todos demonizan a la izquierda, que también comete abundantes errores tácticos y estratégicos. Si los derechos laborales por los que tanto lucharon generaciones de trabajadores han pasado a la historia, los derechos salariales, que permitían una vida mas o menos digna, han seguido el mismo camino. Hace no mucho tiempo la gente sentía pena por los mileuristas, pero ahora son unos privilegiados. Muchos empresarios ofrecen salarios tan ridículos como el Salario Mínimo Interprofesional español, de los mas bajos de la Unión Europea, y además, con la chulería que otorga la impunidad, dicen a los candidatos a esclavos que tendrán que trabajar mas horas de las legales y que no se las pagarán. Esto es un circo y si tu no estás dispuesto llamamos a otro payaso. El mercado de trabajo, donde los trabajadores no son más que mercancía, es otro gallinero. Por eso el Estado debe recuperar su papel moderador impulsando medidas como la subida del salario Mínimo Interprofesional, no un ridículo 1% como el PP y como han firmado PSOE y Ciudadanos, sino en la cuantía necesaria para salvaguardar una renta suficiente a los trabajadores.

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