Nuestros peques
En estos días de vacaciones, vayas donde vayas, ves pequeños grupos de niños sentados en un banco, en la acera, en los soportales, todos con sus pequeños ojos clavados en la consola del momento entre sus manos, como decimos los mayores en, la dichosa maquinita , con la cual se pasan muchas horas, enfrascados en sus juegos, y forzando su visión cada día mas, pero eso si es verdad, son unos linces en su manejo, en los cuales nosotros hemos quedado obsoletos totalmente y ellos son nuestro futuro, pero a veces me da pena que no sepan jugar entre ellos y que nosotros los mayores no tengamos unos minutos para jugar y disfrutar de ellos y con ellos.
Este verano pasado, en un pequeño y bonito pueblo, coincidimos un grupo de familiares, todos ellos con una niña pequeña cada pareja, tres joyas, tres demonios, tres preciosas niñas, Eva, Carolina Y María, mis queridas sobrinas. Todo empieza bien, se alegran de verse y empiezan, a jugar y a reír por toda la casa, en la calle, pues no hay mucha circulación de vehículos, pasados diez minutos se oye el primer llanto, es una de ellas que entra llorando desconsolada en casa, ya empezamos con la primera y así sucesivamente una tras de otra y un día tras otro, una tarde, recojo de un trozo de una teja de una casa y me da por pintar en el suelo , aquel famoso juego de Cascayu o Cascajo como lo queráis decir, y se aglutinan a mi alrededor para ver que hacía, le explico las reglas del juego y un minuto después, estamos jugando los cuatro, sin riñas ni lloros, una hora después, ya somos nueve jugando y se siguen agregando más niños del pueblo, dos horas más tarde sus padres se animan también a jugar, una tarde perfecta, sin maquinitas, sin riñas, ni lloros. Nuestros niños son súper inteligentes, pero en nuestras manos aun hay muchas cosas que les podemos enseñar, como ellos a nosotros, como en aquel anuncio de televisión que decía Un Palo, os acordáis, para nosotros de niños un palo, podía ser, una espada, una lanza, una escopeta, un pincho, una batuta, mil cosas, todo era imaginación, enseñarles a disfrutar de aquellos juegos que nos hacían tan felices, y disfrutar de ellos, y con ellos.
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