El caótico triunvirato de Oviedo
Aunque cada día son más difíciles de superar las continuas ocurrencias que emanan del confuso y desavenido conglomerado político que, desafortunadamente para la mayoría de los ciudadanos, se ha instalado en el Ayuntamiento de Oviedo, aún no ha perdido del todo su capacidad para sorprendernos. Dejadas atrás las polémicas con todas las organizaciones sociales habidas y por haber: Iglesia (católica, por supuesto) y todo lo que tenga que ver con las manifestaciones públicas de culto, hostelería, comercio y, en general, todo lo que se mueva en la ciudad, así como la ultima descabellada idea de la alcaldesa virtual, señora Taboada, de repartir el dinero que se vaya a destinar a los barrios en función de la riqueza de sus vecinos (se ignora el procedimiento que pretende aplicar para cuantificar tal cuestión), en contra del más elemental sentido común, que aconsejaría hacerlo en función de sus necesidades específicas, asunto que, por cierto, el alcalde honorario, señor López, declaró haberse enterado por los medios de comunicación (¡venga Dios y lo vea!), ahora parece ser que lo que toca son las banderas. A la última ocurrencia de IU (¡quién sino!) de proponer colocar la bandera republicana ondeando en el Ayuntamiento para conmemorar el 85.º aniversario de la proclamación en España de la II República, precisamente aquella que, entre otras cosas, nos llevó a la tristemente recordada confrontación civil entre los españoles, se suma la impresentable actitud del tripartito de amarrar la enseña europea que cuelga del balcón municipal en señal de protesta por la política comunitaria sobre la crisis de los refugiados, confundiendo, como siempre, churras con merinas. ¿Hay quien dé más? Difícil cuestión, cuando hasta el exalcalde y exdiputado europeo Antonio Masip, precisamente correligionario del actual alcalde títere, señor López, ha puesto el grito en el cielo ante tan desaforado desatino.
Mientras contemplamos atónitos las barbaridades que emanan de las doctas cabezas que rigen los destinos de nuestro municipio, todo aquello que le interesa a la ciudad (el desarrollo del presupuesto municipal dando respuesta a las necesidades más perentorias del municipio, abordando temas tan elementales como el saneamiento de las fuentes que lucen en nuestra ciudad, algunas ya no operativas por el negligente descuido de los responsables de su mantenimiento; atención a las necesidades de los colegios con patios sin cubiertas adecuadas que resguarden a los alumnos de la intemperie; atención a la limpieza de la ciudad, que, en algunos puntos, ya está dando inequívocas señales de abandono, así como un largo etcétera que se pudiera añadir, está, como reza el dicho popular, manga por hombro. ¿Cómo es posible que, con toda la cantidad de cosas importantes que están esperando respuesta, estos señores que nos gobiernan se entretengan, además de en rencillas personales, en asuntos tan absurdos, cuando no banales, como los anteriormente comentados? ¿Hasta cuándo tendremos que soportar tanta estulticia e ineficacia de aquellos que, según nos habían prometido cuando actuaban como aspirantes a la poltrona, venían a resolver los problemas de todos y, como queda meridianamente demostrado, son incapaces de resolver los suyos propios? Por desgracia para todos cuantos tenemos que soportar tanto despropósito, del que seguramente nos quedará algún tiempo por delante, sólo nos quedará consolarnos con el conocido recurso del ajo y el agua, eso sí, con dosis importantes de resina.
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