Ciudadanos
Albert Rivera se ganó el respeto de toda España por su posición política en Cataluña, clara, firme e independiente.
Albert Rivera o sus acólitos, silenciosos, hasta que vislumbraron sus posibilidades de participar en la partida de ajedrez nacional, han querido conquistar España.
Albert Rivera, por tanto, como todo idealista transformado en posibilista, desde su atalaya moralista, comienza a mover las piezas, no para posicionarse ideológicamente sino más bien para colocarse políticamente.
Los idealistas caminan sembrando el camino de idearios ególatras de sí mismos, convirtiéndose, poco a poco, en doctrinarios absolutistas, inquisidores y jueces partidistas.
Ciudadanos no puede convertirse en el patrón moralista de la política española.
Ciudadanos no puede comenzar a engañar a sus votantes, jugando a las mezcolanzas politiqueras de salón, porque en ese juego sólo se buscan sillones, sillas, renombre y poco servicio.
Muchos simpatizamos con CIUDADANOS por su independencia ideológica, por su centrismo progresista y por su equilibrio ético.
Nunca le apoyamos para que fuera juez de controversias, ni parte interesada de bondades generalistas, ni mucho menos para tender la mano a los utilitarios de la política.
Señor don Albert Rivera, mejor sería retirarse a sus cuarteles y pensar, pensa,r pensar.
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