Artísticos yacimientos de empleo
«No se necesitan más analistas, sino artistas», se exclamó no hace mucho. Lo cierto es que si la Universidad de la Singularidad (NASA, Google) dice que en unos años todos haremos lo que nos dé la gana y los robots harán el trabajo: ese sería todo un análisis. Para entonces, los yacimientos de empleo del tiempo liberado se habrían ido necesariamente a materias artísticas y de servicios personales (algo que sería difícilmente ejecutable por robots sobre todo en el plano del diseño y la creación) tales como: cocina, estética, salud..., así como en la propia comercialización de los productos fabricados por los robots. Para enfocar tal formación de empleos deberíamos tener un marco de referencia formativa eficaz que siga los principios del Marco Europeo de Cualificaciones EQF. Claro que, si no queremos arruinarnos comprando productos hechos en otro lado, tendríamos que disponer también de industria propia con robots y de robots. Pero los auténticos yacimientos de empleo serían las materias artesanales o artísticas (MA) que, realizadas con todo lujo de detalles, serían únicas y de lujo, generando riqueza y valor añadido. Tales MA podrían ser: tapicería, música, talla de madera, jardinería, pintura, escultura, cocina, o escritura. Jon Bilbao nos recordaba no hace mucho que empezó a escribir para descansar de los estudios de ingeniería de minas, lo que recuerda a Arthur C. Clarke abandonando su trabajo de ingeniero de telecomunicaciones para escribir desde Sri Lanka. ¿Hubiera venido a Asturias si hubiésemos cuidado el jardín y promocionado el paraíso del turista entre escritores?
Si contásemos con un marco de referencia adecuado podríamos formarnos para esos yacimientos de empleo en MA y veríamos que: tras realizar un CFGM en el campo de las MA y habiendo escogido una ocupación como tapicero para hacer el postgrado ocupacional, debería alternar su formación en un aula taller de tapicería con el trabajo en un taller de tapicería ayudando a un maestro tapicero hasta que ese alumno aprendiz fuese reconocido como operario de tapicería u oficial tapicero (formación dual). Luego, podría alcanzar el nivel de oficial de 1ª tapicero y, después, podría hacer un CFGS en MA en general para, a continuación, hacer postgrados específicos en tecnologías o campos que le sirvieran para afianzarse en el entorno de los muebles y su tapicería, o en relación a cuestiones de tapicería más industriales donde, además de muebles, estarían tuberías, cables y demás, recorriendo los sitios donde el tapicero debe hacer su trabajo: algo que ocurre en vehículos, vagones y yates de recreo. No hace mucho desde Cantabria se pedía un «Enmoquetador y tapicero» y, aunque sorprenda, ponía de requisitos: realizar algunas reparaciones de mantenimiento preventivo y correctivo; desmontaje y montaje de revestimientos; realizar trabajos de revestimiento y aislamiento en general, con supervisión; realizar montajes de instalaciones hidráulicas y mecánicas sencillas; conocimientos eléctricos para usar máquinas manuales; realizar soldadura autógena; interpretar planos mecánicos, eléctricos, hidráulicos y neumáticos; experiencia en carpintería, mecánica, tapicería y enmoquetado; experiencia en trabajos que requieren habilidad manual y un acabado perfeccionista; imprescindible Formación profesional de grado medio o superior, preferentemente dentro del sector del revestimiento y acabados. Así están las cosas por ahí fuera: las competencias se adquieren en el trabajo supervisado.
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