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Cuesta confiar en los hospitales

17 de Abril del 2016 - José Viñas García (Oviedo)

Tienes que acudir por necesidad, la enfermedad te obliga. Son momentos de gran debilidad mental y física para cualquier paciente, te pones en manos de personas desconocidas que están tan acostumbradas a todas las desgracias, miserias, penas y dolores que tienes serias dudas de que no estén curadas de todo espanto y de que tú no seas más que otro coñazo que les llega a diario. Sé de profesionales que no logran sobreponerse a los fracasos, no por culpa de ellos, después de dejarse el alma en solucionar lo que sabían, no tenía solución. Pero también sabemos de otros que lo hacen todo como de rutina, y eso es peligroso, convierten su indiferencia en mal irreparable. Cualquier profesional de cualquier ramo sabe que la rutina y el automatismo son malos consejeros, todo parece igual hasta que no lo es. Por ello, tenemos que hacer entre todos más confiable el ingreso hospitalario.

Es una sensación como de ir al desguace, vas a arreglar una parte de tu cuerpo y sólo esperas que el cosido no se convierta en un desbaratado, que la pieza de repuesto sea lo más adecuada posible, que al salir de alta no estés peor que a la entrada. Casi todos hemos ido alguna vez con citación a ingresar a un hospital. ¿A que todos sienten un vacío interior, como que allá donde vas no eres del todo bien recibido? Te recibirán con educación por obligación y te atenderán simplemente porque te toca, casi como el ganado cuando acude al matadero. Te hacen sentir, eso, un número dentro de una lista de espera.

Los hospitales son necesarios, los profesionales que allí trabajan, también, pero la pieza fundamental de todo ello son los enfermos. Y si no comprendemos esto, algo estamos dejando escapar de vital importancia para el buen funcionamiento de todo lo que rodea este armatoste público. Los trabajadores hacen un sacrificio inmenso en impuestos por mantener la sanidad pública; si no funciona como es debido, y no todo se pone al servicio de los verdaderos artífices, como son los pacientes, mejor cerramos el chiringuito. Ya que morir todos nos moriremos, pero mejor hacerlo por nosotros mismos que nos aceleren ese instante allí donde vamos pensando en todo lo contrario.

¿Por qué digo esto? Simplemente por las quejas que cada día leemos o escuchamos a pacientes que han tenido esa mala impresión después de pasar por el hospital. Los errores humanos son comprensibles y justificables. La dejadez, la desidia y la irresponsabilidad, ¡no! Me decía un médico amigo: te daré el alta, estarás más seguro en casa que aquí. ¡Y eso no podemos seguir admitiéndolo como bueno! Los enfermos en el hospital deben estar seguros de que si tienen contratiempos es por errores humanos, no por vagancia, falta de limpieza o por eso que llaman, como Rajoy, experiencia. La experiencia sobre algo que se lleva haciendo mal durante años es como el colesterol, pero del malo.

¡Claro que exagero!, pero no mucho. Ya les contaré mi experiencia.

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