Tres años en el centro de día
Soy una señora que estoy en un centro de día, pertenece a la residencia CPR Pravia-ERA. Me llamo Mirta.
Lo primero voy a hablar de las auxiliares de Enfermería. Se llaman Pili y Marian. Puedo decir que son maravillosas. Pasaron muchas auxiliares, buenas, como debe ser, pero como Pili y Marian ninguna. Me dan alegría, ganas de vivir. También está Mara, que enseña manualidades. Me aconsejaron hacer ganchillo. Que así de paso aprenderían ellas, que no sabían... Empecé a hacer ganchillo y me pusieron a vivir, a tener ilusión a la vida. Todo lo que diga de ellas es poco.
Cuando estoy escribiendo esta carta me dice Marian que cambia de residencia. Me caen las lágrimas, a Pili no la pueden trasladar. Lo siento mucho, aunque nos volvamos a ver, ya no será lo mismo. Pero así son las normas.
Somos 13 personas en el centro, nos llevamos muy bien. Tienen entre 93 a 60 años. Yo ya fallo de memoria. Los demás algo más que yo. Yo me río, por no llorar. Llevo tres años. Estoy encantada. De un principio no quería venir, armé bastantes jaleos, a las auxiliares y a la directora, quería irme a la cafetería, pero tenían que acompañarme y no me dejaban ir sola por orden de la directora, pero yo quería hacerlo, daba golpes a las puertas y mucho más...
Voy a hablar de la residencia. Lo primero hablar de la directora, tiene hasta guapo el nombre, se llama Graciela. ¡Cómo es Graciela! Hablo por mí y por la mayoría. Es guapa, elegante, muy buena de carácter. Voy a hablar de Beatriz, es trabajadora social. Siempre atenta a nuestras demandas. Es agradable, dulce, guapa. Se ocupa y va muchas veces al centro de día.
Enfermeras, auxiliares, fisioterapeutas... Hay también animador social, que se llama Alberto. Todos son amables. En recepción están Sonia, José Antonio, Encarni y Rosa. Esta última me dijo un día, cuando empecé al centro después de romper la cadera: “Mirta, valió más que la rompieras tú que yo, porque tú, como eres tan salerosa, sales muy pronto adelante, y si fuese yo, estaría en una silla de ruedas”. Entendí la broma y nos llevamos muy bien.
Los auxiliares de Enfermería de la residencia me conocen casi todas, son agradables, puedo nombrar a unas pocas porque me falla la memoria: Elena y Margarita, etcétera.
Cocina: cocinera es María José y ayudantes, Adela, Sandra, etcétera.
En la cafetería están Lara y Juani, camareras. Y Estrella, que da vacaciones. Son muy majas. También conocí a Alfonso Rozas, supervisor de cocina. Pero ya no está.
Residentes son 130 aproximadamente. La mayoría están muy mal, aunque hay gente con la que se puede mantener una conversación, como Mario, Luis, Isabel, etcétera.
Les llevo flores, fulares, mantas... Me atrae mucho y quiero a la gente mayor.
La peluquería es los lunes, la encargada se llama Ana, que es muy maja también.
Y ya termino y digo que como directora, la mejor, Graciela. Hay muchas residencias de ERA, pero como ésta ninguna. Conozco varios centros de día, residencias y directores, pero como la directora Graciela ninguna.
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