No sos vos, soy yo
Los españoles, y otros pueblos afines allende los mares, nos hemos habituado a depositar el voto cada tanto y asumir que los electos guíen nuestro devenir. Demos gracias por tener la democracia, entonamos, pues creemos que eso es democracia.
Lo que acontece últimamente en cuestión de pactos, dimes, diretes y negociaciones se va situando a nivel de los mentideros ciudadanos, léase bares, peluquerías, paradas de autobús, alrededores de columpios en parques y hasta cenas con cuñados listillos como una irresponsabilidad política. Se señala a la clase política como responsable única de los manifiestos desacuerdos. Nosotros ya hemos votado, decimos, apañaos con lo que hay y desatascar a esta España de sus problemas pasados y venideros. ¿Que no se ponen de acuerdo? Pues eso es que son unos incapaces y no saben ceder.
Ahora yo reflexiono. ¿Somos los españoles capaces de ceder? Me refiero al taxista, al abogado, a la panadera, al militar en la reserva, al vecino del segundo B. Por algunas razones que exceden el espacio de esta carta, se podría decir que en cuanto a la adscripción ideológica no tendemos a comportarnos como cívicos demócratas, sino como "hoolligans", y lo que puede verse en torno a los manteles de muchas cenas navideñas es una visión a escala de la realidad social.
A nada que se piense se puede concluir que los representantes electos no podrían formalizar ciertos acuerdos sin que sus votantes se irritaran. ¿Cuántas cartas a la prensa hemos leído que venían a decir "yo no he votado para esto", "no con mi voto", etcétera? Pues eso. Somos una nación con una notable inmadurez democrática, una suerte de adolescente al que le ha gustado que lo trataran en minoría de edad todos estos años. Los ejemplos de naciones vecinas en las que los gobiernos son misceláneos no caben aquí, pues son los ciudadanos quienes perciben un bien superior en la patria y a sus gobernantes como unas aves de paso a su servicio. Nosotros sólo aceptamos a los nuestros, sobre los otros, en contra de los otros. Sometiendo a los otros, asumiendo que tener el Gobierno es una especie de "Champions" en la que mandan nuestros colores. Y olé.
No ha habido localidad con chorizo o trincón en la que el pueblo llano, mondo y lirondo, no lo haya apoyado, en las urnas y jaleándolos cuando iban camino del "trullo". Hacer la ola a uno de los nuestros, aunque nos haya robado la cartera, se nos da estupendamente. Eso somos. Aquí, todo el mundo va a lo suyo, menos yo, que voy a lo mío. He ahí la ideología que compartimos. Casi todos.
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