Retruécano mariano
De todos los discursos pronunciados por Adolfo Suárez el más recordado es aquél con el que se adornó en las primeras elecciones democráticas. Hasta entonces nadie había osado traspasar la solemnidad del estado potencial infinitivo a la afirmación indicativa hilada sin solución de continuidad: puedo prometer y prometo. Fue algo así como el triple mortal con tirabuzón de la oratoria mitinera.
Y cuando parecía que nadie iba a ser capaz de batir semejante marca, llega Rajoy y la pulveriza cada vez que abre la boca. Porque, vamos a ver: ¿qué animal político, además de don Mariano, puede practicar la apología de lo evidente, estar encantado de haberse conocido y concluir el pensamiento esbozando un proyecto de sonrisa giocondesa? Afirma satisfecho que un vaso es un vaso y una taza una taza, al tiempo que acusa a los investigados del PP de corruptos. Evidencia, premonición o ambas cosas, llámenlo como quieran.
Tanto puede quedar colgado de 2011 como liarla parda en la red de redes con el "muy y mucho españoles" o "somos sentimientos y tenemos seres humanos". Todo hace pensar que Rajoy sufre episodios de dislexia evolutiva, con problemas de lentitud para procesar pensamientos, o bien padece dificultades de concentración que debieran inhabilitarlo para el cargo que ocupa. Parece ser que el Presidente sí tiene quién le escriba.
Toda la filosofía política inoperante, inactiva e inerte de Rajoy queda resumida en el siguiente retruécano mariano: a veces la mejor decisión es no tomar ninguna decisión, que también es tomar una decisión. Tras esa cortina tejida de astenia primaveral crónica, frases carentes de toda corrección gramatical y afirmaciones pueriles, ¿qué circunstancia vital oculta Mariano Rajoy Brey?
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