Errores de gestión en la educación en un mundo global

De manera muy resumida quiero exponer lo que le ocurrió a una estudiante de Bachillerato, mi hija, con la intención de prevenir o evitar que vuelva a ocurrir un caso tan perjudicial y dañino para sus intereses.

Todo comenzó el curso 2013-14, cuando, empezando a cursar primero de Bachillerato en un centro público de Gijón, se plantea la posibilidad de mejorar lingüísticamente y culturalmente mediante una estancia formativa de un semestre en Canadá.

Con mucha ilusión, buenas expectativas y siempre informándonos a través del procedimiento correcto, la dirección del centro, se nos aseguró su viabilidad y la certeza de continuar con los estudios en segundo de Bachillerato a su vuelta.

Una vez que completó medio curso en el instituto de Gijón, con la ayuda de su director y la recepción positiva del instituto público en la provincia de Ontario, se procedió a la ubicación de la joven alumna en una familia en aquella localidad. Finalizó el curso en Canadá con calificaciones de notable y sobresaliente. 

En esas mismas fechas, y por motivos de nuestro trabajo, nos tenemos que trasladar a vivir a Roma por un período de un año.

Para dar continuidad a los estudios de las dos hijas, la que cursó primero de Bachillerato en Gijón y en Ontario y la menor en un curso de la ESO fueron matriculadas en junio de 2014 para realizar el curso 2014-2015 en el Liceo Cervantes de Roma, centro directamente dependiente del Ministerio de Educación de España.

Allí empezó lo que se convirtió en un calvario que acabó anulando de golpe los dos años completos de sus estudios de Bachillerato. 

Ya en el mes de septiembre, con el comienzo del segundo curso de Bachillerato, en el Liceo Cervantes nos indican que es necesario iniciar el proceso de convalidación de los estudios realizados por la alumna en Canadá.

Siguiendo todas las indicaciones y requisitos solicitados por el centro, se entregó la documentación académica en octubre de 2014. La alumna siguió el curso con aprovechamiento en el nuevo centro y país.

No recibimos noticia alguna de la solicitud de convalidación de los estudios cursados en Canadá hasta el 31 marzo de 2015 y de manera informal, verbal (telefónica), tras haber estado insistiendo ya durante dos meses al no comprender la demora en el trámite. 

La razón de esa demora fue múltiple. No se obró de forma adecuada, tal vez por la excepcionalidad del caso. Hubo falta de responsabilidad y del adecuado conocimiento de sus competencias por parte de la dirección del centro educativo. No hubo la comunicación adecuada entre las diferentes dependencias de un mismo organismo, el Ministerio de Educación español. Además, se obró conscientemente en perjuicio de la alumna.

Por error, la directora del Liceo Cervantes, y con el visto bueno del consejero de Educación del Ministerio de Educación de España en Roma, envió al Ministerio de Educación en Madrid ese expediente para su convalidación.

La primera causa del retraso en la resolución fue debida a que el expediente acabó extraviado en Madrid. Como consecuencia de nuestra insistencia e interés por el asunto, al revisar la documentación, se nos informa desde el servicio responsable de las convalidaciones que no era allí el lugar competente para resolver ese asunto, que nunca debía haber llegado a esa dependencia, ya que allí sólo convalidan cursos completos, nunca parciales.

Es decir, era el propio centro de acogida el que tendría que haber hecho las pruebas necesarias o el programa oportuno para convalidar a la alumna nada más llegar a Roma.

La realidad fue que mi hija llegó a finalizar, junto con el resto de sus compañeros de segundo de Bachillerato, todas las actividades lectivas del curso, incluidos los exámenes finales, el 25 de mayo de 2015.

Ese mismo día nos comunicó la directora del Liceo Cervantes de Roma que no era viable entregarle notas de fin de curso ante la no convalidación de los estudios desde Madrid. Además, nos indicó que esa respuesta negativa de Madrid no permitía dejar reflejado en su expediente su paso académico por el segundo curso de Bachillerato.

Se convirtió así, para el Liceo Cervantes de Roma, en una alumna invisible, sin expediente académico de Bachillerato, sin calificaciones.

No hay una manera de describir la angustia sufrida en el proceso y, en especial, en el momento de comunicarle a tu hija que tras dos años de esfuerzos para lograr la deseada mejora lingüística y académica todo se va a quedar en un cajón. Y, además, que no sólo no tiene la posibilidad de acceder a los deseados estudios universitarios, sino que se queda con el nivel de cuarto de la ESO.

Es importante añadir que en ningún caso responsabilizamos al Ministerio de Educación de Madrid por este error, sino sólo por perder el expediente y, finalmente, por entregar su resolución el 4 de junio de 2015, echando así a perder todo el curso, impidiendo que se hubiesen realizado otras actuaciones oportunas en el asunto.

Sin otra opción más favorable, de forma inmediata acudimos a informarnos al sistema educativo canadiense, para ver las posibilidades de continuidad de sus estudios.

A diferencia de nuestro sistema, en once horas conocimos la respuesta del Ministerio de Educación de Canadá, que a partir del expediente previo de estudios en Gijón y en Ontario le dio la bienvenida para cursar el equivalente del segundo curso de Bachillerato en un centro canadiense en Italia.  

Hoy, un año después, con apenas 18 años y el dominio de cuatro idiomas, ha logrado ser aceptada para su ingreso como alumna en cinco universidades públicas en Londres y en una americana en Roma, donde realizará sus estudios de Relaciones Internacionales, Marketing y Psicología.

Este es un caso real, el de mi hija. Con su difusión pretendemos alertar a todos esos alumnos que tengan intención de ampliar su conocimiento lingüístico y cultural, para que así, si es posible, aquello sufrido por nosotros no vuelva a suceder.