Tras el 20-D
Después de las últimas elecciones generales, y a la vista de los resultados, parece que no hay más remedio que ponerse a hacer mucha pedagogía. De los primeros que debieron darse cuenta de ello uno fue el Rey, y así lo demostró con el contenido del mensaje navideño a los españoles, grabado para la ocasión en el Palacio Real. En el Diccionario de la Lengua Española, si buscamos pedagogía, del griego "paidagogia", en su primer significado leemos "ciencia que se ocupa de la educación y la enseñanza".
Para empezar, salta a la vista que una gran parte de los que se dicen políticos y sindicalistas deben de estar bajo mínimos en educación y, sobre todo, en el conocimiento de la Historia de España: ahí estaría el tuétano de la crisis. Este argumento, por cierto, también puede describir a algunos de los que se autodenominan "artistas" –actrices, actores, músicos, etcétera–, que, si bien es cierto que suele tratarse de gente "viajada", como suele decirse, cuando oímos hablar a alguna de esa gente demuestra estar muy poco "leída"; aunque me parece de justicia destacar de este colectivo la conducta mantenida hasta el momento por el actor malagueño Antonio Banderas, que sabe conjugar perfectamente su pasión con su devoción.
Y ahora, dedicar unas palabras a los nuevos votantes y a algunos de los que, quizá, no son tan nuevos. Para esos electores que han dado su confianza –en su derecho están– a cierta nueva formación que no ofrece un mensaje claro, el director de fotografía Néstor Almendros (1930-1992) ya advertía en su libro "Cinemanía" (1992) que durante "los dos primeros años que siguieron a la toma del poder de Fidel Castro, la opción comunista fue ocultada al pueblo de Cuba" (Almendros 1992: 291), con la intención de ganar tiempo en la organización profunda del poder y así no crear alarma.
Gabriel Alberto Elías
Langreo
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