Imprecisiones históricas
Ante el despliegue argumental del señor D. Julio García en su carta publicada el viernes 8 para justificar el golpe de estado militar del 36 nada más que me queda añadir: qué bueno era Franco, sus generales y sus obispos. Lástima que en esa Europa que nos tiene envidia no supieran reconocerlo y varias de sus organizaciones consideren con poca discrepancia al régimen surgido de esa guerra santa como fascista. Una pena, de otra manera, ese alineamiento y parcialidad junto a los regímenes melifluos, justos y amables del eje no nos hubiera costado un aislamiento de lustros, similar al que se aplica hoy a Cuba o Corea del norte.
Esa guerra justa que como anécdota colateral devastó España y sembró el odio para siempre está mal comprendida sí, no hay otra manera de explicar por qué en los años setenta nuestros indicadores socioeconómicos nos situaban mucho más próximos a África que al Occidente de nuestro entorno. Porque los índices de corrupción, analfabetismo, mortalidad infantil, injusticia social y atraso en general nada tenían que ver con lo que se considera la Europa democrática. Naturalmente hay que achacar ese retraso a los rojos, sindicalistas y toda esa ralea, aunque hubieran sido exterminados o exiliados treinta y cinco años atrás, con toda justicia, eso sí.
Sí señor, una pena que apenas unos pocos nostálgicos como usted estén en posesión de la verdad gracias al conocimiento cierto de lo que entonces pasó. Si fuéramos más, muchos más, quienes pensamos eso mismo, ahora estaríamos todos felices, gobernados por una junta militar, ministros almirantes y curas, muchos curas por todas partes. Un telediario para todos, quizás, en el que la noticia de portada sería que hemos vuelto a quedar sextos en Eurovisión porque ya se sabe que en el extranjero nos tienen mucha envidia. Vamos, que no piensan en otra cosa.
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