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Escondites para la codicia

8 de Abril del 2016 - José Antonio Gutiérrez González (Piedras Blancas)

Todos los caminos conducen a Panamá. Resulta muy revelador que coincidiendo en el tiempo el descubrimiento de una fabulosa red internacional de ocultación de dinero con la campaña del impuesto sobre la renta en España. Prueba inequívoca de que un cierto número de españoles está, cuando menos, en entredicho.

Sabido es que desde el pasado día 6, dos tipos de españoles --los asalariados y los autónomos-- comenzaron a hacer cuentas con el fisco. La mayoría asalariada y por cuenta ajena espera que en junio a lo más tardar, Hacienda le devuelva lo que le ha retenido de más, porque, aunque cada vez menos, se da la circunstancia de que el trabajador con nómina financia al Estado hasta que la devolución se produce.

Puede decirse que desde hace un tiempo este mundo hace aguas. Y el dinero demuestra ser agua, que siempre busca un agujero por el que filtrarse. Actualmente, una corriente de aire ha echado a volar los papeles del bufete de abogados Mossack Fonseca, apóstoles de las "offshore" que llevan toda una vida dedicados al noble arte de facilitar escondites a la avaricia, y han escandalizado a medio planeta. Llevamos unos años sufriendo una permanente tormenta del escándalo. Una especie de cambio climático de la ética pública. Los terrenos prohibidos en otros tiempos se deshielan hoy aceleradamente.

Ya en su día, Gabriel García Márquez, refiriéndose al dinero, con mucho acierto, escribió: "la plata es el cagajón del diablo". Y por lo que se está viendo ya no hay patrias, lo único que parece existir es el dinero a buen recaudo.

Todo el mundo sabe que no hace falta trasladarse hasta el Caribe y recalar en Panamá, en Bermudas o en las Islas Vírgenes porque también en Europa hay demasiados paraísos fiscales. En Gibraltar, en Andorra, en las británicas Islas del Canal e incluso en el Gran Ducado de Luxemburgo, paraíso fiscal donde los haya, se afincan decenas de despachos de abogados cuya habilidad consiste en convertir en opacos, a ojos del Fisco, los fondos que se les confían a través de sociedades pantalla. Son los propios bancos quienes ofrecen la información que facilita esas operaciones.

El último terremoto informativo ha sido la filtración de nombres de contribuyentes de todo el mundo que han sido titulares de entidades panameñas constituidas por un bufete de abogados de aquél país. También en esta caso, que mucho nos recuerda a la "lista Falciani" del banco HSBC, aparecen personas residentes en España conocidas y otras que no lo son tanto.

Sin embargo, hoy ya nada sorprende, porque a la sombra de tanta opacidad y ocultación, se adivina un mar de claridad. El aire de la vida lleva tiempo revelando que detrás de tanta palabrería barata se esconden paraísos en los que vierten los canales de la avaricia.

Sigmundur Gunnlaugsson, primer ministro islandés, ya ha renunciado (en España lo de dimitir no está en la agenda); Putin, Macri, Messi, Pilar de Borbón, los hermanos Almodóvar, Platini o la Real Sociedad, entre otros muchos, brillan a la cabeza de la inmensa lista de la vergüenza. Mientras el tiovivo de la fiesta sigue dando vueltas, el peso del Estado recae en las espaldas de los más humildes, a los que hacen cada día más duro levantarse de madrugada para echar a andar el país.

Conclusión: ciertamente, no solo hay pícaros en España, aunque puestos a ser sinceros, sobrar sí que nos sobran. No obstante ello, por las consecuencias que entrañan los "papeles de Panamá", es aconsejable investigar debidamente antes que linchar.

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