¡Feliz aquel...!
¡Feliz aquel que en la tierra
con sencillez la vivió!
Pudo sentir la ilusión
de tranquilas primaveras
Feliz aquel que en silencio,
a quien pedí ayudó
y siempre sintió dolor
del ajeno sufrimiento.
¡Feliz aquel si no ansía,
gran riqueza y bienestar
porque se supo apartar
de corrupciones impías!
¡Feliz el que se ha olvidado
de sí mismo... y su alegría
es ver dichoso a su hermano!,
porque pasarán sus días...
¡ni envidioso ni envidiado!
¡Feliz el que nada teme!
Porque todo está marcado.
Vivirá en paz, sin temores...
ante ese inclemente arcano
que entenebrece las almas
cuando la muerte ha llamado.
Carmina Tapia
Oviedo
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