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¿Capitalistas razonables?

17 de Abril del 2016 - Mario José Diego Rodríguez (Gijón)

No hace mucho tiempo el presidente de Iberdrola, contestando a una pregunta de Pepa Bueno en "Hoy por hoy", emisión matutina de la Cadena Ser, se decía partidario de un capitalismo responsable. ¿Y en qué consiste ese capitalismo? No sé si hay muchos capitalistas partidarios de ese capitalismo responsable, no obstante, por ahora, debe ser ¿el capitalismo no responsable? quien manda.

La aceleración y amplificación de la financiarización de la economía mundial no comenzó con la crisis bancaria de 2008, como pretenden los economistas, incluso aquellos que, no sin razón, denuncian las consecuencias de dicha financiarización. Datar el comienzo de este fenómeno desde 2008 es disimular que la crisis financiera de ese año era el resultado de la evolución de la economía anterior a esa fecha y afectada ya por ese fenómeno.

Esta manera de enfocar el problema, teniendo en cuenta únicamente la última de las crisis, permite echar la culpa a causas circunstanciales en este caso a los bancos centrales y a su política después de 2008 esquivando la responsabilidad del propio sistema capitalista que por su funcionamiento nos sumerge en crisis sucesivas una y otra vez. La crisis de 2008 no es tampoco una de esas crisis periódicas que sacuden la economía capitalista desde su desarrollo, es el modo de funcionar del capitalismo actual.

La financiarización que la prensa burguesa considera como la amenaza más grave que pesa sobre la economía es en realidad el principal rasgo de la evolución económica que caracteriza el sistema capitalista en los últimos cuarenta años.

La política de dinero fácil que los bancos centrales ponen a disposición del sistema financiero es nefasta, pero la financiarización de la economía acelera y empeora esa política, y de esto, si los que ponen en circulación ese dinero fácil son responsables indirectos, el principal responsable es el gran capital, puesto que tal política corresponde a sus intereses. Esa política tiene como único objetivo el enriquecimiento de los accionistas y de toda la jerarquía del gran capital que vive y prospera gracias a la especulación a expensas de la clase trabajadora.

Hoy la importancia preponderante del sector financiero comparado al sector productivo puede resumir la dinámica del gran capital, no obstante no se trata de dos sectores económicos diferentes con intereses divergentes y menos aún del enfrentamiento de dos partes diferentes de la alta burguesía que monopoliza el gran capital. Se trata del mismo comportamiento llevado a cabo tanto por las grandes empresas industriales como financieras. No solamente sus intereses son idénticos, sino que los unos y los otros comparten sillones en sus consejos de administración respectivos.

Los poseedores de capitales no se contentan únicamente con invertirlos en el mercado de productos financieros, sino que buscan continuamente la ampliación de dicho mercado inventando nuevos productos financieros. La creación de múltiples nuevos productos financieros ha desempeñado un papel en el mercado financiero equiparable al que desempeñó la invención del móvil en el sector productivo, aunque a escala superior.

La financiarización de la economía cada vez mayor, con consecuencias catastróficas para el conjunto de la sociedad, es el resultado del creciente parasitismo del propio capitalismo. Fingir que se puede acabar con esta situación manteniendo la economía de libre mercado y la propiedad privada de los medios de producción es una estafa. Esta situación no es la resultante de una orientación política, se trata de una evolución profunda del capitalismo y en la cual la política de los estados o las decisiones de los bancos centrales son simple y únicamente dos de los elementos puestos a su disposición y que éste utiliza.

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