Asturias, en deuda con una persona ejemplar
Asturias entera ha llorado de alguna manera la muerte de Eloy Palacio Alonso, el bombero que falleció apagando las llamas del incendio de Uría. Y todos los que hemos visto la foto de su hijo pequeño aferrado al casco de su padre al lado de su hermano, o nos hemos visto cómo su esposa abrazaba a los compañeros de su marido, nos hemos emocionado y nos hemos sentido orgullosos de ellos. Orgullo de pertenencia a una ciudadanía ejemplar, que cumple diariamente con sus obligaciones, que hace su trabajo lo mejor posible, que procura estar en las mejores condiciones para su actividad laboral. Orgullo de pertenencia a un colectivo de miles de personas que diariamente acuden puntualmente a su puesto, sin histrionismos, con humildad, con entrega, con buena cara, siendo amables en el desempeño de su trabajo. Puede ser bombero, maestro, médico, ama de casa, científico, limpiadora, funcionario, enfermera, peluquero, fontanero, cura o albañil. Hay miles de personas así, gracias a los cuales nuestra sociedad funciona, y saca cada día adelante los problemas que surgen. Y hacen posible el entendimiento y la mejora de nuestros organismos y nuestra sociedad en general.
Al parecer, Eloy no estaba de turno, con lo cual todavía tiene más valor que hubiera acudido en ayuda de sus compañeros a solucionar un problema que podía traer consecuencias graves a otras personas. Y también esto es de especial mención por lo que supone de aportación y de entrega ejemplar. Y también esto sucede con mucha frecuencia cada día en muchos lugares de nuestra Comunidad Autónoma, donde un trabajo suplementario de una persona generosa saca del apuro a un compañero, o a un paciente, o a un hijo, o permite llevar a cabo un rescate en la montaña, en el mar.
Para que todo funcione cada día hacen falta personas así. Y por eso Asturias está en deuda con Eloy y con su familia. Porque ha perdido la vida ayudando con su esfuerzo, trabajo y entrega. Y los actos de apoyo y todo el entierro ha sido una muestra de ese apoyo y de ese agradecimiento. Por eso y porque nos ha recordado a todos que necesitamos personas así. Y para muchos nos sirve de estímulo para hacer mejor nuestro trabajo mañana, y al día siguiente y al siguiente, en silencio, como sin nada pasara.
Y me gustaría que sirviera también de ejemplo y de referencia a todos estos políticos que tienen en sus manos la gobernabilidad del país. Cómo me gustaría que estuvieran a la altura moral y cívica de Eloy y cómo me gustaría tuvieran de referencia a ciudadanos de a pie que cumplen, trabajan, sufren y a veces mueren. Porque me temo que dedican mucho más tiempo a defender intereses partidistas y sectaristas, dando un espectáculo penoso que infecta nuestra sociedad. Que infecta nuestra sociedad de desesperanza, de egoísmos, y de situaciones ventajistas. Todo lo que contrario que el ejemplo de Eloy.
Gracias, Eloy, por tu entrega y no dudes que tu muerte tiene sentido. El sentido que le da el sabernos en buenas manos.
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