¡Viva la semana inconstitucional!
Esta semana se celebra en nuestra ciudad, por parte de un grupúsculo subversivo, la polémica "Semana republicana". Esta es una semana constituida por una serie de actos reivindicativos con los que se intenta evocar el espíritu de la "Segunda República" y, de paso, reivindicar la instauración de la forma de gobierno que hace posible que la máxima autoridad de la organización del Estado sea elegida por los ciudadanos.
Lo malo de todo esto comienza cuando ciertos miembros que conforman el propio gobierno municipal, dominado por Somos e Izquierda Unida y sometido a su Credo, sacan a relucir sus aspiraciones contrarias al régimen vigente dando su bendición a este programa organizado por el Partido Comunista local.
Hasta aquí quien haya leído detenidamente esta sucesión de palabras estará pensando que han salido de la boca de un monárquico empedernido. Pues bien, no es así. Siento aguarle la fiesta a alguna que otra mente perversa que ya estaba suponiéndolo. En realidad yo soy, al igual que la gran mayoría de ciudadanos de este país, lo que se conoce como monárquico sobrevenido. Este raro espécimen es un ser que lo que menos quiere es que nos veamos envueltos en debates insulsos y anodinos que hagan que se trastoque toda la estructura del Estado y que traigan consigo la polarización de los españoles.
Con este apoyo obtenido queda patente la deriva inconstitucional de algunas fuerzas políticas, ya que al participar de esta celebración toleran la ofensa contra la actual Jefatura del Estado. Les recuerdo que en nuestra Constitución de 1978, "manque les pese", queda reconocida en el punto 3, del artículo 1, del Título Preliminar, la Monarquía parlamentaria como forma de Estado.
Parece ser que la democracia todo lo legitima, basta con que los gobernantes hayan sido elegidos mediante los mecanismos democráticos para que la legitimidad sea incuestionable.
Señores concejales, pareciera que se les haya olvidado aquella famosa frase que dice que "la mujer del César además de serlo ha de parecerlo". Deben ustedes guardar compostura con respecto al cargo que ostentan, y no mostrarse tal y como verdaderamente son a la primera de cambio.
Cesen en sus intentos de transformar nuestra dolida España en una república sectaria, utópica y bananera como las ya existentes en Hispanoamérica, gobernadas por caudillos a los que ustedes idolatran y adoran a modo de dioses laicos. Ustedes decían ser los adalides de la nueva forma de hacer política, enarbolando la bandera del cambio. Dicha bandera se encuentra en la actualidad desgraciadamente más que corroída.
Muy a mi pesar demuestran cada nuevo día no sólo parecerse a la bautizada por ustedes como "Casta", sino que la superan con creces hasta cometer "pecados" de índole política de mayor relevancia.
Espero egoístamente, por el bien de todos los españoles, que recapaciten y den marcha atrás en su afán demoledor.
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