La mirada vacía
Abrían la puerta de una patada mientras gritaban y se tiraban del pelo, cruzando la habitación del motel entre abrazos inconexos y uñas que se clavan. Sobre la mesita de noche descansaba una botella de vino que ahora se tambalea mientras ambos se revuelven y alborotan las sábanas.
Las manos de él sobre su cuello y los dientes de ella intentando alcanzar su mejilla. Un movimiento rápido y un grito ahogado cuando la carne se parte en dos. Ruidos que delatan la victoria, la locura y el silencio. Dejando dos cuerpos vacíos pero llenos de cardenales; una botella de vino rota contra el suelo y el rojo que cubre la cama. Una respiración entrecortada.
Las manos delicadas que cortan su ropa en intrincados patrones para exponer el interior mientras sujetan la tela como premio. Las manos delicadas que sellan sus labios y vacían su mirada, que dibujan con vino sus mejillas y escriben canciones en su frente. Unas manos delicadas que la envuelven en las sábanas, cubriendo su cuerpo -ahora- helado. Unas manos delicadas que abandonan la habitación y un cadáver grotesco que espera a la mañana.
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