Manifestación en Madrid por la vida
La vida, y más la vida inteligente, es por excelencia lo más grande que existe en el universo, pues si no existiese la vida nada tendría valor alguno, el universo entero sería un esqueleto, sin sentido, destinado a no ser gozado ni comprendido por nadie. Pero Dios ha creado la vida y la ha regalado desde al lirio que hoy es y mañana ya no existe, hasta un ser humano que puede contemplarlo extasiado en su belleza, y, a la vez, comprender sus componentes biológicos. Por eso, por su inteligencia, por su capacidad de comprensión -que alcanza la madurez y sigue perfeccionando con los años- el hombre es el ser más importante de la creación. Pero ahroa este ser -creado a imagen y semejanza de Dios- pasa con sus leyes por encima de su creador y se hace dueño de la vida que Él le regaló. Matando a los inocentes en los vientres de sus madres, aplicándoles la pena de muerte, arbitraria e injustamente. Tal atrocidad no nos atrevemos a aplicarla a los asesinos que violan niñas y las matan, descuartizándolas; o a los terroristas que matan veinticinco personas inocentes y a los dieciséis años están paseando por las calles libremente, hasta que hagan otra...
Los católicos y toda la gente de buena voluntad no pedimos que no se lleve adelante la reforma de la ley del Aborto: ¡pedimos que desaparezca la pena de muerte para los no nacidos!
Si los señores González, Aznar (que tuvo mayoría absoluta y no movió un dedo para derogar la ley abortista) y Zapatero, supieran el genocidio que están cometiendo que pasará a la Historia -cuando pase esta ceguera colectiva y se implante la razón, como sucedió con los genocidios nazis y marxistas-, antes de gobernar con estas leyes, se atarían una rueda de molino al cuello y se arrojarían al mar.
Para completar la locura, según algunos medios de comunicación, parece que la ley lleva aparejada la nulidad de la objeción de conciencia de los médicos que quieran negarse a abortar apelando a su juramento de defender la vida hasta las últimas consecuencias; también afectaría a las farmacias que se negasen a expedir la píldora abortiva y verdadera bomba hormonal. ¡Esto señores ya es persecución por razón de credo! ¿Volveremos a los tiempos de la guerra civil? Ahora que hay tanta memoria histórica, ¿les recuerda esto que está pasando con lo que pasó en la revolución de Asturias, la muerte de Calvo Sotelo (a menos de la Policía del Estado y por mandato del Gobierno) y la declaracion de ilegación de la CEDA?
Decía S. S. Juan Pablo II que la nación que legalice el aborto no tendrá paz nunca... ¿Por ahí vamos?
José Manuel Colao Granda
Pravia
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