El ego, ese dictador
Todos hemos subido (alguna que otra vez) a la azotea de nuestra propia estupidez. Desde allí, nos permitimos la licencia de otear las debilidades humanas de los demás; a la vez que nos colocamos alguna que otra inmerecida medalla al mérito de nuestra hipocresía. De esta manera, calmamos el ansia de nuestro dictador más traumático y pendenciero: el propio ego.
No vendría mal ir democratizando a este entrometido traidor. Todo fluiría con más calma, en este complicado torrente por donde confluyen nuestras vidas.
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo