La línea Sama-Velilla y los pactos
Oímos estos días las declaraciones de los nuevos consejeros en las que explican los objetivos para esta legislatura. Hablan de gestionar bien los servicios sociales, de aplicar la ley de Dependencia, de que el mar y el campo tengan futuro, de participación de los sindicatos agrarios... Objetivos siempre dentro de «lo políticamente correcto» que podría suscribir cualquier otro partido o coalición que tuviera responsabilidades de gobierno y que no se desvían un ápice de la política diseñada por Areces y la FSA para el Principado.
En las pasadas elecciones municipales, el portavoz de IU en Aller, Alfredo González, dijo claro y alto que la coalición se oponía a la línea Sama-Velilla, y no sólo la organización del concejo, sino también la dirección en Asturias, cosa que no ocurría en otros partidos que decían aquí una cosa y en Oviedo, otra.
Muchos alleranos que creyeron estas afirmaciones, ahora se preguntarán qué van a decir IU y sus consejeros cuando Areces y la FSA sigan adelante con su modelo económico basado en el kilovatio y el ladrillo y la construcción de esta autopista energética, que supone un atentado sin precedentes contra el paisaje y el medio natural, además de ser innecesaria como están demostrando los estudios más solventes. La respuesta a esta pregunta la podemos imaginar. Ya hubo quien advirtió de que no se podía ser gobierno y oposición al mismo tiempo.
El cortoplacismo, el oportunismo hicieron mucho daño a la izquierda y a los trabajadores desde los Pactos de la Moncloa y muchos pactos posteriores, así como el ansia de tocar poder, aunque sea con muchas limitaciones. Creo que tenía mucha razón Sánchez Gordillo cuando, en la última asamblea federal de IU, llamaba a no pactar con los gestores de este sistema depredador e insostenible que está llevando al paro a millones de trabajadores mientras unos pocos se embolsan muchos millones de dólares por llevarnos al desastre financiero y a la recesión. A los que tanto hablan de libertad de mercado, libertad duradera, herencia de libertad del emperador, etcétera, habría que preguntarles qué libertad tiene el que se queda en la calle porque no puede pagar la hipoteca o el que está en paro forzoso.
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