Semana de la carta manuscrita
Desde que nos comunicamos a golpe de chat, el estruendo mecánico del teclado y el sonido digital de las pulsaciones en la pantalla del móvil han relegado al olvido el silencioso deslizamiento del bolígrafo, el alegre murmullo del lápiz y el sensual rasgado de la pluma sobre el papel.
Sin embargo, ante la inutilidad de oponerse al devenir de los tiempos, me gustaría aprovechar la ocasión para, lejos de lanzar un fútil lamento, celebrar que la escritura manual se transforme día a día en una cuestión de placer y que la caligrafía avance poco a poco hacia la categoría de arte.
Hoy me he levantado así de poética porque he sabido por las redes sociales que estos días se celebra la I Semana de la carta manuscrita, una cita que los románticos de la escritura nos apresuramos a apuntar en nuestras agendas analógicas para que no se nos olvide el año que viene.
Os animo a que, de cuando en cuando, os dejéis caer con una carta, -si es de amor, mejor-, dirigida a quien más (o a quien menos) se la merezca y a que deis vida a esos buzones que hoy en día sólo contienen facturas y publicidad.
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