Jugando con la guerra y la implicación pedagógica
A propósito de la lección gratuita de propaganda militar en el cuartel.
Cuando la más elemental de las pedagogías centra la mirada en la construcción de la paz y los valores que la pueden propiciar son colocados en primer orden de las tareas de profesorado y madres y padres y familias y entorno, y cuando se está solicitando que los militares no vayan a las escuelas a incitar sus estilos de violencia institucional, va un grupo de profesores y se dejan engatusar por los uniformes y las armas, y con toda la imprudencia del mundo implican a sus estudiantes en la "aventura" de matar.
Incongruentes resultan las contradictorias autojustificaciones que se da a sí misma la profesora M.ª Rosario en LA NUEVA ESPAÑA: no, profe, ni las milhojas ni los hornos de pastelillos pueden disfrazar el hecho antipedagógico de llevar a sus estudiantes, de forma reiterada, afirma usted, a admirarse con las aventuras guerreristas en Cabo Noval.
Ni tiene aceptación lógica que el centro en el que trabaja un día se haga eco de la lucha contra el racismo y al otro aproveche el viernes para llevar a los alumnos a disparar contra un pañuelo palestino, lo que supone una aberración racista, cuando menos.
Para quedar más tranquilos, les sugerimos a todo el cuerpo docente que cuando organicen sus actividades del próximo "Día de la paz" inviten a los colectivos que refuerzan esas ideas pacifistas que recoge el ordenamiento internacional y que tiene en Asturias incluso el origen de una asociación, la del Derecho Humano a la Paz, que se ha pronunciado categóricamente en denuncia de los hechos de Cabo Noval.
Con la guerra no se juega. Hacerse cómplice de la campaña de marketing de los militares, para la que el Ministerio de Defensa destina muchos millones, no puede ser tarea de ninguna profesora.
Para reforzar ideas y valores, si al claustro de su cole le parece, correspondería en este tiempo invitar también a organizaciones y colectivos que trabajan con personas refugiadas o lo intentan. Personas refugiadas que huyen por millones de guerras producidas y provocadas con instrumentos de matar como los de Cabo Noval.
Esos colectivos y organizaciones incluso podrían animar sus experiencias con "el juego de las refugiadas".
Y como ya estarán preparando actividades relativas al "Día mundial del medio ambiente", otra saludable actividad que podrían preparar podría ser un ejercicio elemental: ¿cuánto se podría sembrar, cuántos árboles autóctonos recuperar, cuántas familias obtener empleos sostenibles... con las 1.200 hectáreas del cuartel, actualmente degradadas?
Una sociedad libre no podrá mostrarse jamás edulcorando y disfrazando la realidad. Engañando al estudiantado sobre las bondades de una instancia militar atravesada por los valores más carcas del machismo, el racismo y el nacional-catolicismo que el franquismo le imprimió y del que los militares no han sabido ni querido separarse, y que tiene presupuestada una cantidad -por encima de sus posibilidades- de 17.465 millones, pero que, además, gasta mucho más de lo que sus señorías en el Congreso y el Senado aprueban, sin pedirles permiso para ello.
Solamente una fragata F-110 de las que se van a comprar este año cuesta 800 millones. ¿Enseñamos cálculo elemental a nuestras guajas y guajes averiguando cuántos empleos de profesoras se podrían pagar, o con el equivalente de los cuatro aviones no tripulados "Reaper", o con instrumentos de muerte que van en los presupuestos militares, mientras se recortan los gastos sociales...?
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