El bienestar y la tristeza de la mina
Me gustó mucho el artículo publicado por una madre que perdió a su hijo debido a una explosión de grisú en el pozo Candín, mostrando su agradecimiento a María Teresa Mallada y reflejando su visita al pozo Sotón, en donde se encuentra la placa que hace mención a los fallecidos en la mina de Hunosa. Desde mi persona también le doy las gracias por ello.
No obstante, quiero extenderme más allá y que abarque a todas las madres que perdieron un hijo de forma tan trágica.
Cuando eres joven te enamoras y te casas con toda la ilusión, formas una familia, pero, como dice el refrán, es más la hiel que la miel. Engendras un hijo, pasan los meses y esa personita comienza a vivir en tu vientre, esperas con nerviosismo porque el hijo que llevas dentro es muy tuyo. Nace y te pasas muchas noches durmiendo poco o nada, pero todo merece la pena por esa bendición. Lo cuidas lo mejor que puedes, pues es lo mejor que te ha ocurrido en la vida, y si llegan más, cada uno ocupa su lugar, pero de igual manera, eso sí, como se suele decir, "por lo que no tienes, no sufres".
Conozco muchas madres que perdieron un hijo trágicamente y ninguna lo superó, intentan llevarlo como buenamente pueden, la mayoría, con ayuda de medicación, y otras, renunciando a Dios. No hay mayor desgracia que perder a un descendiente antes de que faltes tú.
También quiero tener unas palabras para aquellos enfermos de silicosis de tercer grado que se tiraron desde lo alto del Hospital de Oviedo por no soportar la enfermedad. Yo fui minero y estoy próximo a los 87 años, padezco la enfermedad, pero hoy en día contamos con numerosos adelantos en medicina y buenos médicos. La minería aportó mucho bienestar a Asturias, pero también trajo consigo mucha tristeza.
Manuel Pato Concheso
Entralgo (Pola de Laviana)
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