Nos han dejado tres hombres buenos
El sábado, 16 de abril, me comunican que Jorge, después de unos años de lucha con una larga enfermedad, descansa por fin en paz. Jorge Juan Llaneza García y yo nos conocimos en el año 1975, mientras estábamos en las Milicias Universitarias, él estudiante de Peritos Industriales y yo de la Facultad de Ciencias. Durante ese tiempo, al habernos colocado por orden alfabético, pasábamos el día juntos en los estudios, clases, desayunos, comidas y cenas. Desde el primer momento me di cuenta de que era una persona tranquila y callada a la que todos los que la conocían, que eran muchos, querían, pues era un hombre aunador, como así lo pueden atestiguar los que vivieron cerca de él, ya sea en el ámbito privado o profesional, amigos, compañeros y jefes, antiguos alumnos del Frailín, de la Tornillería, la Sociedad de San Pedro, Fábrica de Tudela de Veguín, etcétera.
Al segundo, Roberto, también lo perdimos hace poco, en el mes de enero. Natural de Mieres, terrible luchador e impulsor del actual campus de esta localidad, Roberto Zapico Amez, doctor ingeniero de Minas, estaba finalizando sus estudios cuando yo me incorporé a la Escuela de Minas de Oviedo, en 1977, como profesor ayudante. Trabajador incansable, con permanente disposición de servicio siempre que alguien (profesor, alumno, exalumno, amigo de un compañero) necesitaba sus amplios conocimientos, con el que he tenido el placer de trabajar en las escuelas de Minas de Oviedo y Mieres durante más de tres décadas, y el privilegio de codirigir 296 proyectos fin de carrera.
Y el tercero, José Luis, hace algo más de un lustro. A José Luis Ibáñez Lobo, doctor ingeniero de Minas (director de la Escuela de Minas de Mieres, director de departamento, miembro del claustro y de la comisión de gobierno de la Universidad), lo conocía también de esa época, aunque nuestra relación se intensificó notablemente a partir de mi incorporación, en 1993, como profesor titular, a la Escuela de Minas de Mieres. Desde el primer momento, me di cuenta de que estaba ante un hombre bueno, como así lo entendían también los alumnos, profesores y personal de administración y servicios, y al que la sociedad de Mieres otorgó el galardón de "Mierense del año" en 1996, por sus denodados esfuerzos para que la Escuela Universitaria de Ingeniería Técnica Minera siguiera en el concejo, pese a los intereses existentes por trasladarla una vez más fuera del municipio, y por el desarrollo del campus, implantando o sentando las bases para el desarrollo de nuevas carreras en el mismo.
En muy poco tiempo, he perdido y llorado a tres personas muy queridas, serviciales, entrañables y muy diferentes, pero de lo que no cabe duda es de que a los tres les unía una misma cualidad: ¡eran tres hombres buenos! Los que tuvimos la fortuna de conocerles, no les podremos olvidar.
Miguel Ángel Llavona Uribelarrea
Oviedo
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