Un poderoso enemigo
El conocimiento de la historia ayuda a entender y tener perspectiva, aunque no parece que ello actúe a modo de vacuna evitando la repetición de la misma, contribuyendo a la retirada definitiva de la venda tejida con los hilos de la codicia, el egoísmo y el afán de dominación. Mientras la humanidad insiste en destinar cuantiosos recursos intelectuales y materiales a la construcción de novedosas armas de guerra y sofisticados escudos antimisiles, en mantener disputas y enfrentamientos mortales por diferencias étnicas o religiosas, en fomentar la división fronteriza, en identificar la felicidad con el lujo y la ostentación, en facilitar el escaqueo fiscal y en promover el abismo social, parece olvidarse de un potente enemigo: el colapso de la civilización por sobreexplotación y agotamiento de los recursos no renovables, así como por la agresión excesiva y continuada de la que es objeto la biosfera. Se habla mucho del valor de la colaboración y el trabajo en grupo, sin embargo, a la hora de pactar y trazar objetivos ligados a la sostenibilidad ambiental y al bienestar humano a nivel global, cada cual tiende a ir a lo suyo.
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