Nuevas elecciones, arriba el telón
Otra vez más (¿y van...?) el PSOE ha dejado claro que descarta negociar con el Partido Popular la formación de un Gobierno conjunto, la conocida como gran coalición. La actitud de los socialistas es difícilmente comprensible si se tiene en cuenta que el PP fue el partido más votado el pasado 20-D y que, pese a sus evidentes problemas con la corrupción, sigue siendo la formación política que mejor representa a una buena porción de la sociedad español, aquella que se ubica política y vitalmente en el centro derecha.
Concretamente Pedro Sánchez no quiere verse con Mariano Rajoy. Nada con el PP. Su desprecio por los siete millones y medio de votantes populares es muy poco democrático. Se ve presidente pero, con su cerrada actitud, lo que asegura son elecciones e interinidad para el país.
Esta incomprensión es mayor si se tiene en cuenta que, hasta hace escasas fechas, el PSOE ha estado usando toda su fuerza negociadora (o al menos así lo ha pretendido hacer creer a los ciudadanos) en pactar un Gobierno con Podemos, una formación radical que en algunos puntos llega a cuestionar la democracia nacida con la Constitución de 1978. En muchas ocasiones se ha defendido que España necesitaba de una gran coalición para evitar unas nuevas y costosas elecciones cuyo incierto resultado nos podría dejar en la misma posición de salida. También, y eso es lo más importante, para encarar con garantías retos tan fundamentales como la consolidación de la recuperación económica que se ha iniciado en los últimos tiempos, la contención del déficit público o la reforma de la Constitución para dar un nuevo impulso a la democracia española.
Por su parte, el portavoz de los socialistas en el Congreso de los Diputados y jefe de su equipo negociador, Antonio Hernando, no dejó ni un resquicio a la duda al decirle al Partido Popular que se "ahorre" cualquier ofrecimiento. "Un cambio en España es sinónimo de que Mariano Rajoy y el PP no estén en el Gobierno", subrayó éste portavoz.
Así las cosas, parece que habrá definitivamente elecciones el próximo 26 de Junio y, por ello, de lo que se trata es de intentar que éstas no añadan más inestabilidad política y económica a la que ya es evidente. Asimismo, sería importante que estos comicios cuesten lo mínimo posible, máxime teniendo en cuenta el aviso que España ha recibido de la UE por el aumento del déficit público.
No estamos acostumbrados a vivir sin gobierno y acaban de cumplirse cuatro meses en esta situación. La economía empieza a dar síntomas de cansancio.
Confiemos, pues, que al menos en esta cuestión, tanto el PP como el PSOE sepan ponerse de acuerdo y aparquen sus diferencias e intereses partidarios.
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