A vueltas con la fiscalidad
A nadie se le escapa que un país sin una fiscalidad adecuada no sobrevive.
Pero también es cierto que con una imposición excesiva se ahoga.
El término medio es algo difícil de conseguir en casi todo en la vida, pero no hay nada como una reflexión profunda para ver dónde están los fallos, para, por lo menos, intentar mejorar las cosas.
Si se suben mucho los tipos impositivos, las personas que pueden huyen como ratas que abandonan el barco (véase "Panamá papeles" y similares).
Cargar sobre las nóminas toda la fuerza de la fiscalidad no es justo.
Tener un Ministerio de Hacienda que más bien parece la Gestapo o la Stasi, con sus incursiones en internet para averiguar quién alquila pisos y no los declara, con drones que sobrevuelan terrenos, con llamadas al chivatazo entre conciudadanos. no parece que sea algo muy plausible.
Exigir a los contribuyentes que sean perfectos fiscalmente cuando el Gobierno de turno no lo es en cuanto a control del gasto es, como poco, abusivo.
Porque ver cómo se tira el dinero en obras públicas que quedan abandonas (léase aeropuertos y demás fruslerías) como que no incita mucho a la hora de pagar.
Porque ver cómo sobran puestos de políticos, asesores y demás contingente tampoco anima mucho.
Porque un Senado lleno de elefantes imputados, perdón, ahora se dice investigados, que todavía, que yo sepa, no ha hecho nada en todos estos años de democracia, que verdaderamente justifique su razón de ser... tampoco es como para ir a Hacienda bailando "Sarandonga".
Porque unos gestores municipales, autonómicos y estatales a los que no se les cae la cara de vergüenza cuando malgastan el dinero de todos y encima no dimite ni...
Porque a la hora de hacer elecciones no se sabe de dónde pero siempre hay dinero para campañas y demás eventos.
Porque nos echan en cara poco menos que lo que cuesta mantener el Estado del bienestar, sanidad, educación, carreteras... como si lo pagase no se sabe quién, cuando sale de nuestros bolsillos.
Porque se hacen tantas cosas mal desde los que nos gobiernan, a todos los niveles, que parece mentira que se nos pida que nosotros lo hagamos todo maravillosamente bien.
Pagamos tasas e impuestos por prácticamente todo, desde por recoger la basura, fumar un pitillo, barrer la calle, aparcar el coche en la calle, agua... y ahora hasta por la luz del sol.
Pagamos a quienes tienen que gestionar todo eso, lo hagan bien o lo hagan mal.
Y parece, o al menos yo tengo esa sensación... que se nos trata (al ciudadano anónimo) como a delincuentes sospechosos siempre y mientras no se demuestre lo contrario.
Pero luego aparece el político, empresario o lo que sea de turno que ha defraudado hasta los calcetines y a ése para hacerle dimitir hay que mandarle a la Benemérita como poco.
A mí Montoro que no me venga con tonterías, porque, como poco, yo quiero que se me trate en Hacienda con la misma generosidad y educación que a Aznar y Cia.
Un poquito de por favor...
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