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El desgraciado día 10

9 de Noviembre del 2009 - Pedro Óscar Buelga Díaz (a)

Día 10. Para muchos es una fecha, un día o lo significa todo; bien sea la onomástica, las Navidades, el 34 o el día 11.

Para mí, el día 10 es gafe, ya que fue un 10 cuando (la parca, mort, death, mortis, Zanatos) o en el idioma que sea, la que con su tétrica guadaña se llevó tres compañeros, dos de caza y uno de pesca. El 10 de agosto del año pasado en criminal accidente de tractor se fue con Benedicto (el de Noceda), posteriormente el 10 de junio participó en la muerte de Eloy, cazador de pulso firme y gran amigo.

Ahora Dios parece que me la tiene sentenciada, y aunque ya se lo había advertido que dejase de escribir derecho con renglones torcidos, parece que se le olvidó y escribió derecho y muy derecho para privarme de la amistad, de la compañía y del cariño de Paulino Fervienza; se lo llevó a su reino dejándonos solos en este puñetero mundo.

Fue el 10 de septiembre de este año.

Paulino nació en el virgiliesco y bucólico pueblo de Endriga (valle de Saliencia, Pola de Somiedo).

Su primera mirada la dirigió a los rostros que le contemplaban con inmenso cariño, y luego al entorno multicolor, con predominio esmeralda; sus vírgenes oídos escucharon las amorosas voces de Duerme ninu del alma y se acompañaban de una musiquilla de fondo, eran las burbujeantes torrenteras del río cercano.

El límpido y fresco cielo de los montres frontera despejaron su mente para que luego fuese campeón en la pesca con campanos de premio. Cientos de salmones en su historia, y suma y sigue.

Fue campeón de tute, de dominó, en Asturias y España, yo tuve el honor y la suerte de ser su amigo, su hermano por imposición propia.

Y ahora lloro al compañero de más de 30 años en los avatares de la pesca y lloro por el hermano que Dios equivocadamente me quitó.

Como cristiano, no le puedo exigir a Dios, y ¿por qué no?

También Jesucristo le pidió que pasase de Él aquel amargo cáliz.

Como dije, Paulino era compañero, amigo y hermano (las tres cosas a la vez, como la trinidad).

Mostrar como:

Fue mi maestro en la pesca del salmón. El primer día fui con él a pescar. Era en el coto Sierra en el río Sella. Él me enseñó a atar la cucharilla, ya que sólo tenía una caña para este arte. Y por no tener, no tenía ni botas ni gancho. ¿Fue la suerte del principiante o las enseñanzas del maestro?

Suerte y las buenas enseñanzas, resulta que pesqué un salmón que lo tuve que sacar a tirones al pedreru y que pesó 5 kilogramos. Luego, como los compañeros y Paulino no venían, seguí pescando y enganché otro de 9 kilogramos, a éste le echó el gancho carriedo un amigo de Paulino.

Tal fue la historia que un día en el Hospital me dijo el doctor Eguiburu: Creo que Carriedo os pescó, a ti y a Paulino, dos salmones.

Carriedo vivió todo lo que yo le conté con tal intensidad que creo que de verdad él pensó que los había pescado.

Volvemos a los ríos, ¿cuántos?, ¡todos!

En el Asón pescamos uno de 8 kilogramos con un cebo que llaman allí el pez y aquí, era el bingo. Nos lo trajo el Alcalde de un pueblo cercano.

En el Eo fuimos especiales, pescamos más de 50 salmones en varios años.

En aquellos tiempos, don Jesús Rey, guarda mayor del Eo y gran señor, cuidaba el río como el ver de sus ojos y los deportistas, felices.

Un día me dijo: don Pedro para coyer hay que semar. ¡Qué razón tenía!

En ese hostal entonces nos quedábamos tres días, porque era los que pescábamos y allí nos reuníamos todos los años franceses (Bonafant), italianos, alemanes y de toda España, los que eran pescadores del salmón.

Si volvemos a recuerdos vividos los dos, me iré al Cares.

¿Recuerdas que un día el coto Puente Viejo y con una gran riada, y yo te dije: que en aquel pequeño remanso me había picado un salmón dos o tres veces?

Estaba con nosotros nuestro gran amigo Juan Antonio (el de Mier); que ya le tienes ahí contigo. Se marchó unos días antes que tú. Y como lo que yo dije era mentira. Juan Antonio se enfadaba conmigo. Él era muy formal y cariñoso, pero resulta que tú lo creíste y fuiste allá, de donde sacaste dos salmones, el menor de 8 kilogramos.

Como son más de 30 años juntos a la orilla de los ríos y pescando en seco, cuando nos reuníamos la familia a cenar o tomar una copa el resto del año no te olvidaré nunca.

Paulino, si ahí encuentras alguna solución para el intríngulis que se trae la Administración sobre la pesca, mándamela rápidamente.

Estaríamos hablando hasta el infinito, pero ya nos veremos.

Para terminar, recuerdo que viniendo del Eo comentábamos que si moríamos y fuésemos al cielo, haríamos buenas pescatas, ya que allí no faltarían ríos porque Dios si los hizo aquí, allí serían mejores, y luego nosotros enseñaríamos a los ángeles a ser buenos gancheros, pero sin cobrar, que estamos ahora en crisis.

Pedro Óscar Buelga Díaz

Oviedo

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