Ser padres hoy, ¿una odisea?
Si nunca como hasta la fecha ha existido tanta información sobre todo lo que rodea al nacimiento de un hijo, es igualmente cierta la falta de unidad de criterio a la hora de su crianza y cuidados. Y en este mar de confusión que afecta sobremanera a quienes lo son por primera vez influyen los ginecólogos, los pediatras y las matronas a partes iguales.
Si dejamos a un lado la gestación, donde la unidad de criterio no presenta mayores rompederos de cabeza a los futuros padres, la cosa se complica a la hora del parto y durante los primeros meses del cuidado del bebé. Si partimos de una gestación normal, es decir, a término, la mayoría de la información que se les facilita es la relacionada con el parto y sus múltiples variantes para la elección de un alumbramiento a la carta, bien a petición de los futuros padres o como oferta de los obstetras y de algún que otro amigo o familiar en ese afán. Lógico, pienso yo, de hacer menos traumático ese momento, llegando a incluir en la oferta su planificación para un día o una hora.
Pasado ya ese episodio del parto y del postparto, y como no, de la alegría lógica y natural de los padres, empieza a tonar visos de realidad la atención, el cuidado y la nutrición de esa diminuta y aparentemente frágil tercera persona que ha llegado para quedarse. Y ahí empieza todo.
Como durante nueve meses, se ha estado preparando a la gestante para el parto, no se llega ni a las veinticuatro horas de vida del recién nacido, y los padres ya se encuentran con un aluvión de dudas y consejos, en muchos casos contradictorios entre sí, que les hacen clamar por el manual de uso que el bebe no trae. Así es; que lo que se había convertido en alegría, comienza a transformarse en una realidad no esperada. Los nuevos padres, que ya tienen todos los enseres propios para alojar al nuevo miembro de la familia ven como el obstetra y el ginecólogo ya han terminado su labor, y a ellos sin embargo nadie les ha preparado para el cuidado, mantenimiento, y crianza de lo que tienen en brazos.
Comienza el periplo de vicisitudes, y es aquí, donde el pediatra es el único apoyo con que los padres cuentan, ante las múltiples dudas, que se les vienen encima. ¿Pero qué ocurre sobre todo a los padres primerizos? Sencillamente, que falta unidad de criterio por parte de los profesionales de la pediatría y la neonatología. Que los abuelos en su experiencia, chocan con la opinión de estos y tampoco pueden ser útiles a los hijos; por ejemplo- ahora la tendencia es a la alimentarlos con la leche materna a demanda ( lo que es una cruz para las madres, según mi modesta opinión ) que ahora no se les puede dar agua, como modo de saber si el bebe tolera o no que si hay que ponerlos boca arriba- antes era de lado- que si no los hay que dejar llorar...que si la temperatura ambiente tiene que estar a equis grados que el bebe, debe de estar en un ambiente de silencio casi cartujano que las medidas cuando la alimentación no es materna, tienen que ser de una exactitud farmacológica..que si hay quien dice que no se les debe de bañar, hasta pasado no se qué días que si el agua tiene que estar exactamente a una temperatura de una exactitud milimétrica.. Vamos, que no me extraña que los padres terminen necesitando seis meses y mucha paciencia para afrontar una situación tan natural, como es la paternidad.
No es así, ni lo puede ser. El cuidado, de los bebes aun recién nacidos, no son más complejos ahora, que lo eran hace veinte años. Lo que sí, es ya radicalmente distinto, es sustituir el instinto maternal, por las hipótesis seudocientíficas de algunos pediatras y matronas que más que aconsejar, pretender imponer tendencias, que para nada son evidencias contrastadas de que sean mejores. Padres: Los hijos no vienen con un manual, así que tampoco pretendáis bajarlo de internet ¡no existe!. Lo que existió antes, existe ahora y existirá siempre, es el sentido común, la lógica, y la experiencia; y eso casi todos lo hemos encontrado en nuestros padres, por muy anticuados que os parezcan.
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