A los políticos inútiles
Confieso públicamente que siempre he pertenecido al bando de los perdedores, de los desheredados, de la segunda o tercera categoría.
Hijo y nieto de mineros, pero de cuando el jornal no alcanzaba para alimentar a la prole, cuando faltaba incluso para los estudios del mediano, de cuando la mujer debía atender animales, tierra, casa y, como en mi caso, además salía a repartir leche recorriendo kilómetros de decepción. En el centro donde estudiaba interno soporté la ignominia de un administrador que por entrañas tenía una cuenta corriente y reclamaba a un niño de 13 años los pagos que sus progenitores no habían alcanzado a reunir en el primer mes del trimestre.
En mi juventud era de los que corrían delante; de los que se escondían para leer o hablar; de los que gastaba barra por no poder gastar zapatos; al que dejaban antes de que él dejara; de los que trabajaban para estudiar; de los que llegaban tarde a lo que ansiaban y se quedaban con lo que hubiera para poder sobrevivir. Fueron tiempos de penaltis, desengaños y de viejos profesores que sentía que se vendían por una Alcaldía, tiempos convulsos.
Cuando parecía sonreír el éxito profesional en la capital del Reino, años de compromisos y participación, aquellos en los de entrada no, la falacia y la traición me hicieron volver a sentir la derrota. Los felones me cerraron puertas, me expulsaron de foros y empresas y el amargo sabor del fracaso se instaló en nuestras vidas.
Pero siempre he sido un luchador, soy de las Cuencas, de la Güeria San Xuan, y el orgullo y el tesón me hicieron levantarme cuantas veces he caído. No me arrepiento, todo lo contrario, con cada derrota se ha curtido más mi carácter y he seguido intentándolo, por eso:
Hoy os desprecio, simplemente me causáis náuseas, sois el vivo ejemplo del desatino, tunantes sin escrúpulos. Creo que por muchos errores que hayamos cometido, olvidar la corrupción como si fuera consustancial con el ser humano, las traiciones, las mentiras, los engaños, por mucho que nos hayamos equivocado, no nos hemos hecho acreedores al esperpento de estos cuatro meses de drama, dolor y asco. Sois indignos representantes de un pueblo castigado por una crisis a la que muchos habéis colaborado en gestar.
Si os quedara un mínimo de dignidad, si no la habéis perdido toda, devolveríais todo lo cobrado en estos meses, todas vuestras prebendas, y os irías a casa a llorar vuestro fracaso, vuestra impotencia e incapacidad. Yo me levantaré una vez más y os volveré a maldecir.
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo