Campaña sin gastos de propaganda
Han pasado más de cuatro meses y la falta de acuerdos entre los diferentes partidos nos lleva de nuevo a las urnas.
Todo este circo supone unos altos costes económicos a soportar por los ciudadanos ante una situación en que la economía no pasa por buenos momentos, con un alto desempleo y muchas situaciones extremas entre las familias. ¿Es posible que el egoísmo de nuestros políticos desconozca estos problemas? ¿Cuál será su nuevo discurso? ¿Se echarán la culpa unos a otros de este fracaso? ¿Qué pasará si se repiten los resultados? Seguramente, caben muchas más preguntas que hacer, pero lo realmente cierto es que los españoles no merecemos soportar esta nueva carga, sabedores de que la crisis continúa en vigor.
Aunque todos los políticos tienen su parte de responsabilidad, es preciso reseñar que cuando una formación política pierde las elecciones, cosechando los peores resultados de su historia, ha de actuar con más modestia en sus pretensiones, evitando cerrarse en banda, poniendo a la vista su único deseo: ser presidente del Gobierno.
Este empecinamiento por alcanzar el sillón hace al señor Pedro Sánchez el máximo responsable de esta situación. Ha malinterpretado los resultados del 20-D. Los españoles no han pedido un cambio, como repite constantemente en sus discursos, sino que han expresado el deseo de seguir con los mismos, pero, en esta ocasión, con un mayor control por parte de los demás partidos. ¿Qué le han dicho a usted? Claramente, que debe marcharse. La prueba es su cuarto puesto donde se ha presentado. Le cuestiona, incluso, su propio partido. Ha demostrado no tener escrúpulos para intentar llegar a pactos con formaciones antisistema, defensores del terrorismo y que apoyan a tiranos que encarcelan a sus adversarios políticos. Emplea continuamente la palabra progreso. ¿Qué entiende usted por progreso? Negociar con los que se dedican a fomentar el odio, preocupándose más por el pasado que por el futuro de los españoles. El comunismo de Lenin, afortunadamente, hace años que ha desaparecido, aunque haya algunos que pretenden resucitarlo. Ahí está el ejemplo de Grecia, que intentó seguir sus pasos.
En anteriores ocasiones, cuando los resultados de un candidato no eran los esperados, se producía su dimisión inmediata, dando paso a otras personas que pudiesen encauzar la situación. En esta ocasión, su obsesión le hace aferrarse al cargo, sin aceptar su nuevo fracaso, teniendo en cuenta que en las anteriores elecciones municipales también ha quedado en evidencia, maquillando los resultados con pactos de difícil comprensión, cuyas consecuencias empezamos a padecer.
La mayoría de las personas no deseamos más rollos ni vanos discursos, sólo necesitamos que se pongan cuanto antes a trabajar. No queremos que se tire el dinero, y si hemos de acudir, de nuevo, a las urnas sea sin tener que soportar idénticas promesas. Estos gastos innecesarios deberían ser soportados por los responsables que nos han llevado a esta situación, no por los ciudadanos, que hemos estado mal representados y no somos culpables de los errores que han cometido en estos cuatro meses de dimes y diretes.
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