Espacios públicos para los ciudadanos
Estos días se ha publicado en diversos medios de comunicación que el Ayuntamiento de Madrid ha realizado un mapa de excrementos de perros, como consecuencia de haber detectado en la ciudad y sus barrios el incremento de este tipo de basura, producto de la falta de civismo de los ciudadanos. Para intentar concienciar sobre este problema, el Ayuntamiento ha adoptado una medida coercitiva como es la de sancionar al ciudadano que no recoja la "caca" de su perro. Medida, en mi opinión, totalmente acertada.
En LA NUEVA ESPAÑA del día 26 de abril he leído que el Ayuntamiento de Gijón ofrece al visitante 42 espacios públicos, jardines y playas de la ciudad para hacer turismo con perros. En el mismo artículo se presume de los innumerables rincones de la ciudad, principalmente en los barrios, que permiten a los perros estar sueltos, asegurando además que "Gijón es una de las ciudades con una de las mayores tasas de perros por habitante en España".
El propósito de esta carta no es poner en cuestión ni discutir la libertad de cada ciudadano de tener una o varias mascotas, en este caso un perro, en su casa, ni tampoco derivar la responsabilidad cívica hacia el animal. Lo que pretendo es denunciar la falta de responsabilidad y civismo de la mayoría de los dueños de esos perros y la poca incidencia y atención que el Ayuntamiento de Gijón presta a este problema.
En las calles y espacios públicos de Gijón, principalmente los barrios, el ciudadano tiene que ir con la mirada puesta en la acera para no pisar los excrementos depositados en la misma. De igual forma, en los jardines y espacios verdes, si tienes a tu cuidado algún niño tienes que evitar que juegue en ese espacio verde, no sea que coja con sus manos o se ensucie con las numerosas defecaciones de canes existentes en el entorno. Por otra parte, líbrate de llamar la atención a aquel ciudadano que no recoge la "mierda" de su perro, dado que, lo más probable, es que te insulte y salga con la frase recurrente del amor por los animales. Considero que el ciudadano que actúa de ese modo, y son mayoría, no tiene ningún amor por su mascota, es más, en un momento dado, es aquel personaje que cuando pase la moda o se canse de ella, la abandona.
Ante la falta de civismo y responsabilidad de los ciudadanos es deber del Ayuntamiento tomar las medidas necesarias, coercitivas si llega el caso, para modificar estas conductas que perjudican a la ciudad y a los que en ella vivimos. Considero que antes de facilitar playas, jardines y espacios públicos en general para el disfrute de los perros y sus amos, hay que concienciar al ciudadano con campañas publicitarias y, en último lugar, con medidas sancionadoras, aplicando la ordenanza correspondiente, para que se comporte con el civismo debido.
El visitante de nuestra ciudad apreciará mucho más una ciudad limpia que una ciudad con playas y espacios públicos para perros, pero llena de excrementos en sus calles y jardines.
Francisco Javier Fernández Huerta
Gijón
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