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El hormigón y la Ruta del Alba

8 de Noviembre del 2009 - Eugenio García Rodríguez (Bezanes (Caso))

Al hilo de las noticias sobre la Ruta del Alba y su hormigonado asisto, independientemente de la problemática tramitación administrativa, con expectación y cansancio a la constatación de ver cómo algunos excursionistas y algunos urbanitas que viven en los pueblos los fines de semana y vacaciones tienen más capacidad para difundir su visión del campo y del paisaje que aquellos pocos que quedan y duermen los domingos en los pueblos después de que ya aquellos se marcharon y, además, lo hacen el resto de la semana porque trabajan en el campo y la ganadería.

A estos bloque-ecologistas no les gusta el hormigón en las pistas de acceso a montes, praos y mayaes, claro que no. No han sido ellos quienes las concibieron porque no las conocieron hasta ahora, pero resulta que llevan muchos años, siglos, incluso ahí, por pura necesidad de aquellos que las abrieron y las cuidaron hasta hoy. Y, ¿qué piensan los bloque-ecologistas? ¿Que si en la época romana, en la Edad Media, la Moderna o Contemporánea de hace un siglo, hubiera sido posible hormigonarlas, no lo habrían hecho nuestros antepasados? Vamos, hombre. Claro que lo habrían hecho, igual que empedraron todo lo que pudieron, aunque resultara más caro inicialmente, porque a la larga ahorraban.

Como estamos en el siglo XXI y una pista hormigonada responde mejor a las necesidades de los que trabajan en el campo y la montaña, lo que procede es, si se puede, sufragar, hormigonar. Así, el rapaz, joven o mayor que tien que ir del pueblu a la casería pa ver el el xatu mama a la madre y si ésta tien todos los tetos del moxal bien, echa menos tiempo en ir y volver andando, en moto, quad, tractor o vehículo, y lo hace de una forma más rápida y segura. Ello sirve también para mejorar los tiempos de respuesta en caso de accidente o enfermedad del propio habitante del pueblo o del excursionista, facilita también la labor del veterinario si se accidenta o enferma el ganado y hasta de la guardería que cuida de la fauna y flora asturiana. Pero es que, además, el hombre del campo tendrá también más tiempo para rellenar el papeleo del ganado, por ejemplo, para conectarse a internet o para ir a pasear por el hormigón cubierto con baldosa por la ciudad, o ¿qué pasa? ¿A él/ella no se le puede mejorar su calidad de vida? Si, además, resulta que hay algún oso/a y algún urogallo que no tienen problemas ni con el asfalto ni con el hormigón.

Y todo esto cuando los paisanos de los pueblos apoyaron y/o aceptaron, con reticencias sí, que se declarara y se actuara sobre su hábitat bajo diversas figuras de protección que le condicionan su trabajo, le impiden mejorar su rendimiento, y además el gasto de la Administración es mayor en mantener las pistas. Y todo esto cuando hay más monte que nunca, cuando muchos senderos están cerrados, cuando hay mayor diversidad de fauna que nunca, cuando hay más asfalto y hormigón que nunca. Ahora, como se quiere hormigonar en una determinada pista ganadera antes que nada se monta un pollo en Sobrescobio, amén de la sospecha sobre otras razones oportunistas. No se monta en Caso, hombre, y eso que hay ejemplos bien recientes de pistas y caminos hormigonados. ¿Por qué será? Y con la falta que hay de hormigonar la pista a Brañagallones, por lo menos desde Bezanes hasta el prau del gué o hasta la fuente l'Andorviu, en el Cotu Abeyar, o buena parte de la pista que une Belerda y La Felguerina, vamos, como otras muchas donde hay importantes pendientes y una buena tormenta estropea una pista o camino ecologista en un santiamén. Veremos lo que dura la parte sin hormigonar que sube a Pandu Bayegu. Cuántes perres se ahorraríen, madre. ¿Tendránlo todos tan claro como lo tien el alcalde de Sobrescobio?

Es una vergüenza que habiendo pocos recursos, máxime ahora, haya que estar gastando un año sí y otro también en arreglar pistas por media Asturias natural para que su piso sea natural como si a los jabalíes, corzos, venados y osos les afectara mucho, y todo porque cuando algunos urbanitas de fin de semana se encuentran una pista, vía de ferrocarril reconvertida, camino o sendero asfaltado u hormigonado cambian su itinerario porque no se sienten en la naturaleza.

Esperemos que el radicalismo no nos impida ni disfrutar de la naturaleza ni ayudar a que los pocos arquitectos del paisaje que nos quedan mejoren su calidad de vida.

Eugenio García Rodríguez

Bezanes (Caso)

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