La primera goyesca de feria
El coso estaba lleno hasta la bandera, algunos espectadores ocupaban asientos hasta cerca del reloj. Todo ello para presenciar la alternativa del maestro IV de Madrid; eligiendo para el evento toros cinqueños de la ganadería del Tiemblo, abiertos de cuerna y mirada desparramada advertencia que le habían hecho los mayorales a todos los diestros, que con sus respectivas cuadrillas habían acudido al sorteo.
El cartel estaba formado por los también maestros apodados taurinamente “El Coleta Morada” y el Niño de la Blusa; actuando como sobresaliente el maestro llamado “El Grato”, con más de 30 años de alternativa, habiendo toreado en las plazas más importantes del ruedo ibérico; teniendo que pasar en muchas ocasiones por el hule; pero es tanta su afición que aún permanece en el ruedo aunque solamente actúe de sobresaliente.
El Presidente de la plaza anuncia el comienzo de la corrida sacando el pañuelo blanco, saltando al ruedo el primer morlaco cinqueño que tenía que torear el toricantano IV de Madrid, de nombre Cambio, colorao ojo de perdiz. Lo recibe a portagayola, de cuya suerte salió deslucido y trompicado, se le notó enseguida su falta de recursos a pesar de haber estado por el Algarbe portugués por si podía añadir a su repertorio algún pase de los forcados o el del batracio muy socorrido y de gran efecto en estos casos.
Suplicándole al Presidente de la Corrida que si por su faena se le pedía música quería incorporar al pasodoble “El Gato Montés”, notas de una de las piezas griegas conocida como el “Sirtaki”, popularizada en la película “Zorba el Griego”; sin que por eso ningún compositor pudiera adaptarla a las notas del citado pasodoble. Por todo ello y su poco arte en las dos corridas que participó le fueron devueltos sendos toros a los corrales, teniendo que utilizar para ello a los cabestros de la plaza.
El segundo del cartel “Coleta Morada”, arremangado recibió al toro de nombre Veto, cinqueño negro zaino; desde el burladero visualizaba el cuerno maestro de la res. Una vez en la plaza a sendos toros les hizo una faena de aliño. Los toros resultaron mal picados en esta suerte, uno de ellos por el presidente fue condenado a banderillas negras y el otro embistió a media altura y siempre por la izquierda, recordando con su mirada lo que dejaba detrás, al final de la faena como aliviado suspiró “Maestro sólo quedamos V. y yo”.
El Niño de la Blusa nuevo en esta plaza, se le veía incómodo, debía de apretarle mucho el nudo de la corbata; su mirada extraviada. Buscando al toro llamado Postureo, que recibió abriéndose de capa en el primer tercio de la lidia muy embarullada, pensando que iba a triunfar con los palos como las banderillas no clavando y cayendo prácticamente todos los pares en el albero. Con la muleta dio algún pase del kikiriki. Invitando al maestro “El Grato” a que diera algún capotazo, cosa que hizo al estilo de D. Tancredo mirando a los tendidos a pesar de que días antes un espontáneo le quiso hacer unas escarificaciones.
Lo dejamos todo hasta las vísperas de San Pedro, volviendo a ver una segunda isidrada. Al término de la corrida el público despidió a los diestros entre pitos y aplausos y el ruedo como protesta se llenó de almohadillas.
Antonio Requejo Rodrigo
Oviedo
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