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Prescindible conferencia

11 de Mayo del 2016 - Antonio Quintana (Llanes)

Respecto a la “noticia” aparecida en su diario el 28 de abril, debo decir que, como cinéfilo, me sorprendió y mucho que un profesor de la UNED se explaye en una conferencia acerca de la influencia de la historia de la Edad Media en el cine, como si acabase de inventar la pólvora. No tuve el placer de asistir a dicho acto, pero, a tenor de lo publicado por este periódico, no me perdí gran cosa, pues parece que la charla del profesor Muñiz estuvo plagada de reflexiones peregrinas y obviedades de sobra conocidas por todo buen amante del cine.

Decir que en la saga de “Star War” se aprecian reminiscencias medievales, es como afirmar que las mejores mantecadas de Astorga son las de Astorga. En 1977, cuando se estrenó “La guerra de las galaxias”, George Lucas ya dijo en varias entrevistas que, por ejemplo, la “Orden de los Caballeros Jedi” de su lujosa “Space Opera” era un trasunto de las órdenes caballerescas medievales, y reconoció que el Ciclo Artúrico le había influenciado notablemente a la hora de pergeñar la película. Por otra parte, la primera entrega de “Star War” es una maravillosa mixtura de géneros, donde además de los componentes de clara impronta medieval se aprecian otros procedentes del western y del cine de aventuras de serie B de los años 50, así como de algunas películas de Kurosawa. Sin ir más lejos, la estética de la indumentaria de Vader y su guardia personal está claramente inspirada en la de los samuráis, así como el estilo de la esgrima que se practica con los sables láser.

En otro orden de cosas, coincido con el profesor en señalar que el cine utiliza a veces el pasado medieval para defender discursos ideológicos contemporáneos, pero tampoco hay que exagerar la nota. Los guionistas no son un ejército de “comisarios políticos”, emperrados en manipular la historia en aras de según qué intencionalidad política. Lo que se busca principalmente es que la trama que se presenta resulta atractiva para el público. Por otra parte, el cine se ha inspirado, desde sus comienzos hasta el presente, tanto en la historia como en la mitología y la literatura. Las tragedias griegas, por ejemplo, han inspirado westerns tan notables como “Horizontes de grandeza”, de WilliamWyler, o “Duelo al sol”, de King Vidor. Así que no tiene nada de particular que gran parte del cine de todas las épocas se haya basado, en buena medida, en conceptos del Medievo. Comparto la opinión del profesor Muñiz respecto a la cinta El Cid, que en cierto modo podría interpretarse como una especie de apología de la “España ideal” franquista; pero dudo mucho que el director Anthomy Mann, los guionistas Fredric Frank y Philip Yordan, y sobre todo el productor, Samuel Bronston, tuviesen intención de cantar loas a la España de entonces. La conversión de El Cid, en esencia un mercenario, en algo así como un héroe del nacionalismo españoles muy anterior a Franco, aunque el régimen de éste la hizo suya porque casaba a las mil maravillas con sus ideas. En todo caso, tanto Bronston como el resto de los implicados en el proyecto sólo pretendían rodar un film épico al estilo hollywoodense, y las interpretaciones políticas que determinadas personas pudieran extraer de su obra se las traían al pairo. Del mismo modo, Ridley Scott, un realizador que lleva décadas luchando a brazo partido por labrarse una reputación en el Séptimo Arte, jamás tuvo la intención de utilizar “El reino de los cielos” para lanzar una crítica a la intervención occidental en los países árabes, sino tan sólo de recrear cinematográficamente un pasaje de la historia. Ahora bien, cada cual es muy libre de interpretar lo que ve en pantalla como la apetezca, pero dichas interpretaciones no tienen por qué coincidir (y de hecho casi nunca coinciden) con las del director del film. Hawks, Wilder, Hitchcok y hasta el mismísimo Lubitch se mostraron perplejos, desconcertados y a veces molestos con las interpretaciones que muchos críticos sacaban de sus películas, algunas verdaderamente delirantes. Como delirante es comparar la casposa teleserie “El coche fantástico” con la obra cervantina, la Ellen Ripley de “Alien 3” con la pasión de Juana de Arco, o, rizando el rizo del delirio, a Hannibal Lecter nada menos que con Jesucristo.

Pero quizás lo más extravagante sea asimilar el arma de “Harry el sucio” con la mítica espada Excalibur. La verdad es que el titulito de la conferencia, “Cuando Clint Eastwood empuñó Excálibur”, induce más bien a choteo que a otra cosa. Por cierto, el personaje de Eastwood en esta cinta y sus secuelas no lleva una 357 Magnum, sino un revólver “Smith & Wesson” modelo 29-2, en calibre 44 Magnum, que es mucho más potente que el 357 Magnum.

Es posible que, como apunta Muñiz, en el futuro se considere la obra principal de George Lucas como una gran mitología del siglo XX, y hasta que se la estudie con el mismo interés con que se estudian hoy la pléyade de obras centrada en “Camelot” y “Los Caballeros de la Tabla Redonda”. Pero ¿de verdad cree Muñiz que astracanadas de pésimo gusto, como las perpetradas, por Almodóvar and company con dinero de todos, tendrán una influencia real sobre las próximas generaciones de españoles? ¿Piensa realmente que las futuras familias españolas podrían asemejarse a los casposos e irreales Alcántara de “Cuéntame cómo pasó”? De ser así, nos espera un futuro negrísimo.

La conferencia del profesor Muñiz pudo revestir cierto interés para determinada clase de público, pero, a juzgar por lo publicado en este periódico, a nivel cinematográfico fue simplemente irrelevante.

Llanes

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